La sociedad civil estatal, de Crematorio a Panamá
Hace pocos días
vi la película Crematorio, en fin… el mal,
de Juan Carlos Cremata. De alrededor de treinta y dos minutos y guion del mismo
J. C. Cremata y Carlos Lechuga, pone en escena el velorio de un miliciano,
viejo e intransigente, que repudió en vida las elecciones vitales de los
miembros de su familia.
Coincidente con
mi tardía asistencia a la película de Cremata –fue realizada en 2013-, el
estado cubano organizó el Foro de la Sociedad Civil Cubana, que sesionó el
pasado 17 de marzo en la Casa de las Américas y la Casa del ALBA cultural. El
Foro y la publicidad que recibió de nuestros medios de difusión, encaminados a
mostrar a la sociedad civil como un haz de asociaciones “revolucionarias” o “nuestras", buscan conformar una nutrida “tropa de choque” que
asista a la Cumbre de las Américas, de la Ciudad de Panamá en la que estarán presentes organizaciones de la sociedad
civil no oficial de la isla.
Al leer algunas
de las organizaciones devenidas de la noche a la mañana miembros de la sociedad
civil cubana, no pude dejar de pensar en la película de Juan Carlos Cremata y
la delirante cohorte que acompaña el velorio del intransigente miliciano.
Asisten a la ceremonia mortuoria sus compañeros de la Asociación de
Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), reporteros de la Unión de
Periodistas de Cuba (UPEC), la de vigilancia del Comité de Defensa de la
Revolución (CDR), el albañil, la emigrada, la doctora, los travestis y el
babalawo con sus acompañantes. Todos ansiosos por obtener algo de las
miserables sobras vitales del difunto.