lunes, 17 de febrero de 2020

Crónica de la detención de un contrarrevolucionario

El jueves 6 de febrero el timbre de mi casa sonó hacia las tres de la tarde. Anunciaba la llegada de tres supuestos policías que venían para que los acompañara. Tres policías son muchos para una labor tan cotidiana. Venían vestidos de civil y sin orden de detención. Sabían, claro, que no iría con ellos, y tenían la orientación de sacarme a la fuerza de mi casa, donde yo me encontraba con mi esposa y su mamá, una mujer de 68 años.
Hacer sufrir el dolor de ver a un familiar reducido a la fuerza, golpeado, esposado e inmovilizado, todo a la vez, era uno de los objetivos. Poco menos que arrastrado me llevaron por toda una cuadra porque, a la manera de los delincuentes, evitaron acercar la patrulla policial a mi casa para, según palabras del que dirigía aquello, "que no nos vean delante del edificio".
Me metieron en una celda para cuatro personas en la estación policial de Zapata y C. Cubierta de orine en lo que funcionaba como baño, y con un líquido sanguinolento corriendo a un costado de una de las dos literas de mampostería. El piso estaba asqueroso, lo que sucede a menudo. La pared, llena de letreros antiguos cubiertos por la pintura blanca, tenía otros nuevos. Uno de ellos decía "Fábrica de arte" y a medio concluir estaba el nombre del cantante X Alfonso, relacionado de algún modo con esa institución. Me llamó la atención porque la Fábrica de Arte es conocida como un área de diversión más bien de la farándula habanera, algo que no se corresponde con el tipo de personas que uno asocia al ambiente carcelario. Si al yo entrar había cinco personas, al momento de salir por primera vez, cerca de una hora después, contaba unas doce. Las razones de estar ellos allí alternaban entre la llamada "peligrosidad predelictiva", problemas con un teléfono móvil, o el delito de amenaza. De telón de fondo, el racismo.
La peligrosidad predelictiva, una figura legal que permite recluir a personas sin que cometan delitos, facilita a los policías ejercer con desenfreno sus prejuicios raciales. Por supuesto que no son la totalidad de ellos, pero sí suficientes para llenar la celda en que me encontraba. Mi primera salida fue para ser llevado frente a un supuesto inspector del Ministerio de Comunicaciones, cuyo nombre soy incapaz de reproducir, pero que podría ser Yosedandy, Yordenady o Yohanderandy, o no ser ninguno de ellos, pero parecerse. Lo llamaré Yosealgo. Si hubiera, como es su deber, puesto su nombre y dos apellidos en el Acta de infracción, no tendría que acudir a estas peripecias. Sus apellidos eran Palacio Palacios, así, una conjunción de lo singular y lo plural, según decía en su identificación.
Su función era aplicar los artículos 70 y 71 del Decreto-Ley 370, que en lenguaje llano quiere decir decomisar mi teléfono e imponerme 3.000 pesos de multa. Eso, por "difundir, a través de las redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas", que es la contravención definida en el inciso i del artículo 68 del documento, emitido en 2019.
No soy una excepción en el afán castrista de alejar a los defensores de derechos humanos de su principal herramienta de denuncias. El pasado 27 de enero, Manuel Cuesta Morúa fue detenido por unas horas. Le retiraron su teléfono y al devolvérselo le habían roto la conexión para recargarlo y transferir datos. Meses atrás, a Oscar Casanella le devolvieron su teléfono desarmado a golpes luego de una detención. José Díaz Silva, el coordinador del Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR), puede haber perdido la cuenta de los teléfonos que le ha robado el castrismo. La aplicación de este Decreto-Ley, firmado por Miguel Díaz-Canel, es una forma más sofisticada de reproducir la manía. Pocos días antes había leído en las redes sociales que Nancy Alfaya, activista por los derechos de la mujer, sufrió la misma suerte. Mientras escribo esto, la periodista Iliana Hernández comunica que con el mismo pretexto le quitan su computadora y teléfono, con multa añadida. Desconozco si Yosealgo ha sido el inspector protagónico en todos los casos.
En el segundo acto, entró Adiel Félix García Sánchez, jefe de sector del barrio en que resido. Adiel Félix es un policía importado de alguna provincia que desconozco. No creo que llegue a los treinta años.
Tiene una sonrisa soberbia y un hablar pausado que le permite pronunciar, socarrón, casi siempre la misma frase "Boris, nos volvemos a ver las caras". Sigo de largo, no sin especificar que también él me multó por no asistir a citaciones y levantó un acta de advertencia. La segunda que me hacen en mi vida, ambas de su puño y treta.
Inmediatamente después me dejó en libertad, sin dudas contra lo planificado por los agentes de la Seguridad del Estado que permanecían en las afueras de la Unidad. Cruzamos nuestras miradas cuando salí, Yosealgo hablaba con ellos. Inmediatamente volvieron sobre mí y me condujeron a la misma celda, con toda suerte de amenazas.
Poco después me sacaron de allí y un policía me llevó, esposado, hasta una patrulla. Aunque estas esposas fueron puestas con benevolencia, el dolor que tenía por las que me pusieron en mi casa hizo pesado el trayecto hasta San Miguel del Padrón.
En la unidad de patrullas que se encuentra a medio camino entre las estaciones de Zapata y San Miguel del Padrón, los policías que conducían el carro en que me transportaban dieron botella a un conocido, policía como ellos, que se sentó a mi lado. Una vez dentro del vehículo uno de los policías le comentó, "si supieras con quién estás montado", dando una rara consideración a mi persona, no por mi trabajo periodístico ni político, que desconocía del todo, sino porque soy "un CR", como dijo inmediatamente después.
CR es la abreviación que el argot represivo hace de un contrarrevolucionario. No es una frase baladí, tiene una identidad propia y define el trato que se le da al portador, absolutamente identificable para quien la ha vivido. Para un policía, descontando las excepciones, un CR es alguien que apenas se toma en cuenta, se puede conversar con nosotros, pero siempre se va a sentir la falta de identidad emocional. Cuando más interesantes pueden resultarles nuestras palabras, la vista fija de ellos no deja de marcar distancia. Con estos acompañantes lo sentí de manera especial, cumplían su función transportándome, pero no llevaban consigo a un igual.
La experiencia que me ha provisto ser un opositor en Cuba me ha convencido de la importancia de la Ley, de una Ley que nunca abandone a nadie a su suerte, siquiera al peor criminal. Nuestra cotidianidad enmascara una red de ambiciones perversas que apenas se muestran hasta que aparecen los momentos críticos. En Cuba la falta de libertad, la denuncia de alguna institución por prácticas irresponsables, o ser un CR, ha dejado a una población no despreciable al arbitrio de sujetos que asumen con regocijo la función de verdugos.
En San Miguel del Padrón esperamos durante largo rato la gestión de mi reclusión. Por una razón que no explicaron y que me resultó sorprendente, fue imposible llevarme al calabozo y se indicó que me dejaran en libertad. Fue en ese momento que los policías de la patrulla volvieron a conversar conmigo sin la frialdad que había impuesto transportar a un CR. El chofer de la patrulla me preguntó sobre mi ocupación. Le dije que escribía para denunciar que hubiera tantos militares cayéndonos atrás a nosotros cuando podían reparar los balcones para que no mataran niñas. Su respuesta es una joya de la retórica deplorable, digna de un Eduardo del Llano sin instrucción: "¿Era hija tuya?". Una respuesta abominable sin dudas, pero fue dicha en tono benévolo, como quien desea aconsejarme para no tenerme que ver en trances semejantes.
Cuando llegué a mi casa, el peor momento para mi suegra había pasado. Mi esposa e hijos estaban felices, como siempre que llego de estos percances. Del evento queda algo, el tono de la voz de mi suegra diciéndome "Boris", cuando el elevador se cerraba y la caterva de esbirros me alejaban de mi casa. Es un tono que no voy a olvidar mientras viva, o al menos mientras tenga memoria. Ella me asegura que tampoco va a olvidar mi cara, sobresaliendo del brazo que me asía por el cuello, y sin ver los brazos requintados por las esposas.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Tiendas en dólares: el gobierno vuelve a saquear a la población cubana




100 bonos C www.todocoleccion.net
El pasado martes 15 de octubre el vicepresidente cubano anunció la creación de tiendas en las que los usuarios solo podrán pagar por medio de tarjetas financiadas con dólares o un contado número de divisas extranjeras.
La iniciativa no abre posibilidades a los trabajadores por cuenta propia ni al capital del exilio y excluye al trabajador cubano cuya moneda no es bienvenida. Se trata de la renovación de viejas prácticas castristas, como las "tiendas del oro y la plata" y las diplotiendas, que consistieron en una maraña excluyente que acentuó la degradación que la falta de libertad política supone.
A continuación se resume cómo fue cada uno de esos experimentos con la necesidad de la población cubana.
Diplotiendas
Sería necesario definir la fecha de inicio de las tiendas para extranjeros conocidas como diplotiendas. Conocer el rango de las normas legales que excluyeron a los cubanos, iniciando una práctica de apartheid que pasados los años abarcaba mercados, hoteles, hospitales y centros de recreación prohibidos para los nacionales.
Los medios de prensa oficiales, que hasta el surgimiento de la prensa independiente, a finales de los 80, controlaban la divulgación, no se sintieron motivados a describir su naturaleza. Rehacerla a través del testimonio es difícil desde el momento que los cubanos solo podemos hablar de ellas por cómo lucían a través de sus vidrieras.
Es por eso que una anécdota narrada por Mario Vargas Llosa resulta preciosa al intentar describir el fenómeno. El escritor fue entrevistado en 1997 por su colega cubano Ronaldo Menéndez. La entrevista apareció publicada al año siguiente en La Gaceta de Cuba. Vargas Llosa comparte una anécdota de su último viaje a la Isla, "que debió ser en el año 71".
Invitaron él y Jorge Edwards, intelectual y diplomático chileno, a José Lezama Lima a comer "a un sitio donde solo tenían acceso los diplomáticos. Entonces Lezama comió con una felicidad que tendrías que haberlo visto, era algo conmovedor. Con unos modales finísimos. Me acuerdo mucho de que al salir de ese restaurante donde no habíamos hablado de política, al despedirme de pronto me agarró la mano muy fuerte y me dijo: '¿Tú te has dado cuenta en qué país estoy viviendo?' Le dije 'Sí, claro que me he dado cuenta'".
Tiendas del oro y la plata
Fueron establecimientos a los que las personas podían asistir a vender joyas y acceder a mercados para obtener electrodomésticos, vestuario decoroso, mobiliario y, finalmente, autos.
Tampoco sobre este sistema hablaron la prensa oficial ni el escueto número de publicaciones que circulaba por el país. La única excepción quizás, fue la revista Albur, el órgano de los estudiantes del Instituto Superior de Arte, que en su tercer número, correspondiente a 1988, publicó el texto "La quimera del oro" con una dura caracterización de su naturaleza rapaz. Puede leerse allí: "Según noticias, el precio de compra del oro a la población no representa ni el 25% del precio en el mercado internacional. (…) Irónicamente la gente llama a estos centros, la 'casa de Hernán Cortés', por asociación histórica con aquel bandido del colonialismo español cuya única divisa era la sed del oro. Pero el papel nuestro no es en todo caso el de los osados conquistadores, sino el de los infelices negros africanos, o 'indios' iberoamericanos que entregaban su oro a cambio de baratijas esclavizándose al mismo tiempo".
Para una población que llevaba décadas con un par de botas por todo calzado, unos tenis le resultaban más útiles que un anillo de oro.
Iván Remedios fue tasador de la tienda del oro y la plata casi desde sus inicios. "El valor de una joya", comenta, "es una mezcla del valor de sus metales y piedras preciosas, y el trabajo del orfebre. En un primer tiempo se buscaba solo el valor de las materias primas. Delante de los dueños deshacíamos la joya arrancando sus piedras y pesando los metales, el valor que dábamos al vendedor era por el peso de la prenda sin importar el trabajo que tenía. Algunas personas se horrorizaban al ver aquello. No fue hasta después que se montaron talleres para reparar joyas deterioradas y se vendieron las piezas íntegras. Muchas de esas piezas salían del país a importantes casas de subastas europeas".
Este comercio tuvo su propio billete, del que no se emitió menudo, y para entrar a las tiendas era necesario mostrarlos. Se le llamó "orquídea" porque tenían un ejemplar de esa flor en su diseño.
Cuenta Iván que en una ocasión atendió a una señora con unas minucias deficientes siquiera para obtener una orquídea. Él se lo comentó "y la mujer me insistió en que le diera algo. Yo le pregunté para qué quería una orquídea si con eso igual no podría obtener nada en la tienda y su respuesta fue: 'para entrar a mirar'".
Los bonos A, B, C y D
Los bonos consistieron en unos billetes a los que la letra caracterizaba por su origen y poder adquisitivo. "Yo no recuerdo cómo se obtenían los bonos A, pero el tiempo que trabajé en México, hasta 1991, me cambiaban los dólares por bonos C", comenta Marisela López, que compró su vehículo merced a esa posibilidad. "Me costó 4.200 bonos C en 1990. 4.200, pero pesos cubanos, era lo que costaba a los que se lo otorgaba el Estado".
Marisela vivió varios años en México trabajando para el Gobierno cubano. "Yo entraba a cualquier diplotienda porque los bonos C estaban respaldados por dólares. Los bonos B estaban respaldados de otra manera. Quienes los tenían no podían comprar en todas las tiendas."
La diferencia en el poder adquisitivo entre bonos B y C motivó su intercambio irregular, al que se refiere Marisela a propósito de la boda de su hijo en 1992. Entonces ya existía una red de dulcerías en dólares llamada Sylvain, de la que hoy quedan algunas reminiscencias.
"En Sylvain compré los dos cakes de su boda. Un vecino ruso, que era asesor de algún ministerio, tenía bonos B y me los cambió por bonos C a razón de siete por uno. Como con bonos B se podía comprar en Sylvain, los dos cakes de mis hijos, que me hubieran costado 70 dólares de comprarlos con bonos, me costaron diez. Donde podían comprar, los bonos B tenían el mismo valor que los bonos C".
Los comercios residuales
Las formas que ha adoptado el mercado cubano ha sido variopinta y no se reduce a los diseños descritos. Hubo tiendas en las que las personas que iban a viajar podían comprar alguna ropa para estar "presentables" en los escenarios extranjeros.
Hubo tiendas para recién casados y bebés, en las que se vendían módulos fijos que suplían la ausencia de vestuario y enseres de ocasión.
Igualmente, han tenido siempre sus tiendas exclusivas los militares.
Una modalidad de mercado se derivó de la legalización de la tenencia de dólares en 1993. Al abrir para cubanos, las antiguas diplotiendas subieron sus precios. El sobrecoste hizo al Estado habilitar rebajas generosas para el personal diplomático que descontaba, del monto de la compra, alrededor de una quinta parte.
Marcelo Salazar, vecino del barrio de Miramar, recuerda que esa diferencia entre el precio de los diplomáticos y el costo a los cubanos movilizó un intenso comercio de reventa. "Por aquí se les llamaba las casas de los vietnamitas y había varias. Comprabas alimentos por mejores precios que los de las tiendas. Una muy famosa estaba en la oficina comercial de Vietnam, en 16 y 7ma, y el dueño del negocio era el consejero comercial".
Y ahora, la nueva modalidad
Aunque el Gobierno cubano aseguró que el cambio de los pesos cubanos (CUP) y los pesos convertibles (CUC) respecto de los dólares se mantendría como en los últimos años, los medios de prensa reportan que en los bancos no hay dólares para realizarlo.
La moneda de la población que quiere entrar a las nuevas tiendas no puede ser cambiada por dólares sino en el mercado negro y allí las monedas nacionales se han devaluado frente a las divisas. Si en julio, al subir el salario de la población de manera sorpresiva, se aseguró que no se devaluaría la moneda, mantener una tasa de cambio que no puede realizarse al faltar los dólares en los bancos, y dejar su adquisición a merced del mercado negro, es un ardid pedestre e irrespetuoso con la población cubana.
Una más de esas burlas con las que un Gobierno no electo se beneficia de nuestra precariedad y falta de derechos.



domingo, 7 de abril de 2019

¿Cómo se financia el Partido Comunista de Cuba?

Puesto de gasolina del Partido Comunista de Cuba, en La Habana
Foto: Boris González Arenas

Sin sumar la sensación de monarquía con que se administra el tesoro público…
                     Ángel Santiesteban “El verano en que Dios dormía”

Terminado el proceso de consulta popular del Proyecto de Constitución realizado por el Partido Comunista de Cuba (PCC) a través del Parlamento Cubano, está por ver si la regulación propuesta originalmente para la única organización política legal del país sufre algún cambio a partir de las demandas ciudadanas. Consta, porque así lo han hecho ver hasta los medios de prensa oficiales, que a la población le preocupa la existencia de un único partido, y la intención de que permanezca en el texto constitucional como la “vanguardia organizada de la nación cubana” y la “fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado”; sin ninguna alusión a la democratización de la participación política, ni a la transparencia en su funcionamiento político y financiero.
La preocupación acerca del excesivo poder del partido animaba los círculos políticos e intelectuales de los países del llamado socialismo real, especie a la que el castrismo se afilió a partir de 1959 y de la que es hoy un fósil viviente. Por eso no es extraño que la dirigencia actual atenúe el alcance de este debate de un modo semejante a como lo hicieron sus similares soviéticos hasta 1991, inundando con miembros del partido todos los órganos de dirección, y procurando para sus filas a cuanta persona obtenga destaque suficiente como para dificultar su sustitución por un compañero probado y funcional, pero estúpido. De esa manera, la discusión pierde bríos en el ámbito de los interesados y la respuesta sobre los límites del partido solo es concebible en vísperas del fin de su dictadura. 
El ejercicio de la política en el mundo moderno se ha visto acotado de manera creciente para garantizar los imperativos de un modo de entender la democracia que se centra en la transparencia del funcionamiento partidista, el establecimiento de elecciones internas en las organizaciones políticas con garantías para la participación amplia, y el control por la sociedad civil y el Estado de las fuentes de financiamiento de los partidos políticos. En Europa y la mayoría de los países de América Latina se ha impuesto ese modelo, en Cuba no.
Tomando como referencia la legislación política española, fuente ocasional de inspiración para el legislador criollo, se constata que a partir de un breve enunciado constitucional ceñido al artículo seis, que demanda para los partidos la expresión del pluralismo político y la asistencia en la formación y manifestación de la voluntad popular, son dos normas complementarias, la Ley de Partidos Políticos y la Ley sobre financiación de los partidos políticos, las que asisten a su significado amplio y práctico. Han de corresponder además con la demanda constitucional de que su formación sea libre y que “Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”.
La Ley de los Partidos Políticos se extiende en cuatro capítulos que describen las vías de crear, hacer funcional, y cesar, una organización de tales ambiciones.
Si lo invariable en una democracia es que el poder es de los ciudadanos, la creación de un partido, su desarrollo y fin, tienen que aparecer claramente reglamentados. En la existencia del PCC lo que se verifican son pretensiones de signo contrario, sin que pueda encontrarse, en ninguna parte del ordenamiento jurídico nacional, alguna regulación que transparente sus procesos de origen, desempeño y cese.
El cuarto capítulo de la Ley de los partidos políticos adelanta su contenido con el título “De la financiación de los partidos políticos”, que por su importancia mereció para el legislador español una ley propia.
El financiamiento de partidos. Su equivalente criollo
La existencia de una ley específica para la financiación de los partidos políticos evidencia el interés que la actividad financiera de este tipo de organizaciones despierta a la sociedad española. Corresponden con ello a una aspiración general de los países democráticos. En una entrevista concedida a Diario de Cuba meses atrás, Stefan Hofmann, especialista alemán en el tema de financiamiento de partidos políticos, expresaba que “la cuestión de la transparencia financiera es consustancial a un partido democrático”. Luego analizaba, entre otros temas, el sistema alemán de financiamiento partidista donde la transparencia y publicidad, de modo semejante al español, son esenciales.
El Proyecto de Constitución al que por estos días los miembros del PCC retocan para entregarlo al referendo de la población, añade, respecto del texto vigente, el adjetivo “democrático” al PCC. El concepto, sin embargo, importa poco si no encuentra en la legislación subsiguiente su especificación normativa. A excepción del artículo 5 de la Constitución, el resto del ordenamiento jurídico cubano carece casi por completo de cualquier sistema de regulaciones en torno al desempeño de la organización partidista, lo mismo financiero que social ni político.
Las excepciones solo son para confirmar que el PCC se resiste a cualquier atisbo de fiscalización pública. La Ley que creó la Contraloría General de la República, del año 2009, en su artículo 12.3 establece que para fiscalizar al PCC se necesita solicitud previa “de sus máximas autoridades de dirección o a instancia del Consejo de Estado”. Si se mantiene la práctica seguida hasta nuestros días, que consiste en que el Consejo de Estado y el PCC compartan sus principales figuras, hay pocas posibilidades de que la Contraloría sea llamada para otra cosa que para perseguir empleados de poca monta o militantes incómodos.
El análisis de la Ley española sobre el financiamiento de los partidos políticos permite comprender qué entiende por democrático el legislador de aquel país y cuáles son sus aspiraciones dentro de ese marco. Para los cubanos, permite comprender la naturaleza de nuestras carencias en materia de estado de derecho. Igualmente, la corrupción amplia que se incuba en la “visión” de democracia del castrismo que, sin marco regulador, lejos de inhibir el delito, lo hace orgánico y razonable.
Financiamiento público
Define el texto español los ingresos económicos de los partidos políticos de dos formas, los que proceden de la financiación pública y aquellos que lo hacen de la financiación privada.
De la financiación pública se derivan los necesarios para gastos electorales, para el funcionamiento de los partidos y para realizar campañas de propaganda.
En Cuba los equivalentes a las aportaciones públicas y privadas no existen regulados legalmente y cualquier información contable es inaccesible a la sociedad.
Las elecciones son financiadas estatalmente, y a falta de otras organizaciones partidistas, el PCC no necesita realizar ninguna campaña de promoción de sus miembros que ocupan, no obstante, el mayor por ciento de los cargos de gobierno nacional y locales. El desconocimiento y el secreto caracterizan también sus gastos de funcionamiento, que no deben ser pocos pues el partido posee una estructura considerable de sedes municipales, provinciales y nacional, hoteles en número desconocido, almacenes, escuelas provinciales y nacional, medios de prensa digitales e impresos, una editora, puestos de combustible, autos y equipamiento tecnológico, toda una infraestructura que destaca, por su lozanía y cuidado, en un panorama urbano de deterioro y abandono.
Igualmente se desconoce si sus funcionarios o empleados son beneficiados con tarifas extraordinarias, por su bajo costo, de servicio celular, acceso a internet, y comercio minorista de equipos electrodomésticos, muebles y alimentos; a la manera que lo son, a expensas del tesoro público, los funcionarios ministeriales y los militares.
Sin salir del ámbito de lo que la legislación española define como financiación pública, el Partido realiza también gastos de propaganda, papel que le corresponde a la Editora Política, pero que igualmente está presente en vallas públicas y medios de difusión, sin que su objeto sea posicionarlo en régimen alguno de preferencias, por su carácter único y escaso objeto social.
Financiamiento privado
La Ley sobre financiamiento de los partidos políticos define como financiación privada la que se deriva de las contribuciones de sus afiliados, del producto de las actividades propias del partido, de la gestión de su patrimonio, de los servicios que pueda proporcionar, las donaciones, préstamos y herencias, fundamentalmente.
Tampoco carece el PCC de vías de financiamiento privado. Sus afiliados abonan el 3 por ciento de su salario mensual. Si se toma como referencia el salario medio de treinta y dos dólares en Cuba, y los setecientos mil miembros que, de manera extraoficial se declara que tiene el partido, da como resultado que mensualmente la organización percibe seiscientos setenta y dos mil dólares por esta vía.
En las llamadas misiones médicas en el extranjero “la vanguardia organizada de la sociedad y el Estado” ha encontrado también una jugosa fuente de financiación. Sin que importe la enorme expropiación que el Estado realiza del salario del médico, los miembros del partido deben pagar, del dinero que les resta, una cantidad fija mensual. La información fue divulgada, meses atrás, por miembros del programa brasileño Más médicos que por estos días llega a su fin.
El partido posee patrimonio propio, pero es imposible conocer si este genera ganancias o si, por el contrario, necesita financiamiento público o partidista para su desempeño. El diario Granma es su Órgano Oficial y el único con carácter diario y alcance nacional junto a Juventud Rebelde, su similar de la juventud comunista. Su costo es de veinte centavos y la situación de sus finanzas es desconocida. Los cursos que imparten las escuelas provinciales del partido o su semejante nacional, las publicaciones de la editora política y los servicios que dan sus hoteles provinciales, de recibir algún tipo de fiscalización, es inaccesible. Sobre si el Partido Comunista recibe donaciones, préstamos o herencias, su corroboración resulta aún más difícil.
Como es lógico, la Ley sobre financiación de los partidos políticos de España se extiende en otras áreas que resultan igualmente interesantes para el análisis del déficit normativo del PCC, pues precisa con claridad el régimen tributario de los partidos políticos, sus obligaciones contables, los organismos de fiscalización y control a que se deben y, por último, su título seis contempla el régimen sancionador para las irregularidades y violaciones en que incurran.
La obligación de publicitar la actividad económico-financiera de los partidos políticos es establecida por la Ley sobre financiación de los partidos políticos para todas las organizaciones que regula.
El papel del sitio web en la transparencia financiera de las organizaciones políticas
La Ley española de Partidos Políticos demanda de cada partido la posesión de una dirección web. En su artículo tres la norma jurídica exige la presentación de los estatutos de la organización desde su mismo proceso de inscripción, y en su inciso dos, al describir las exigencias mínimas que debe presentar el documento, se encuentra el sitio web.
La obligación de poseer un sitio web permite a la Ley sobre financiación de los partidos políticos demandar la publicación allí, con inmediatez, del estado de las cuentas de los partidos, así como de los créditos pendientes de amortización y el informe de fiscalización del Tribunal de Cuentas, la institución española comisionada de fiscalizar el uso de los fondos públicos.
En Cuba “la vanguardia organizada de la sociedad y el Estado” carece de sitio web, ni siquiera de uno atrasado. Lo que se hace más sorprendente al constatar que su órgano oficial, el diario Granma, y su similar juvenil, Juventud Rebelde, cuentan con sendas páginas web perfectamente realizadas cuyo contenido es publicado hasta en seis idiomas. En el pasado el PCC contaba con un sitio web, pero su poco contenido contrastaba la escasa actividad partidista con su enorme estructura operativa y número de militantes, quizás una de las razones de que fuera desactivada.
En un estado de derecho las regulaciones no son letra muerta. En los sitios web del Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), las dos principales organizaciones políticas de aquél país, se puede acceder, desde la misma página inicial, al espacio dedicado a la publicidad de sus demandas, nombrado precisamente “Transparencia”. Es el modo como los partidos políticos se someten a una legalidad que está por encima de sus posibles ambiciones humanas e ideológicas.
Estado y sociedad secuestrados
Hacia el final, la Ley sobre financiamiento de los partidos políticos enumera una serie de disposiciones adicionales. Resulta especialmente útil a los efectos de este artículo la número siete, sobre las “Fundaciones y entidades vinculadas a partidos políticos o dependientes de ellos”. Como su título enuncia, esta disposición reglamenta el tipo de asociación a considerar vinculada, o dependiente, de un partido político, con el objetivo de sujetarlas a su ámbito de aplicación. 
Semejante análisis no es una exageración de sus funciones. Históricamente las entidades “no partidistas” han servido a los partidos políticos para cometer actos de corrupción o de incidencia social ilegítimos.
Son criterios para considerar sujeta a un partido político a una entidad o fundación, la aportación excesiva de la organización partidista para su constitución o funcionamiento, la hegemonía de un partido político para nombrar o destituir a miembros de tales entidades o fundaciones, la posesión de la mayoría de voto, y el ejercicio de miembros de la dirección del partido de funciones hegemónicas en la asociación objeto de análisis.
¿En qué situación quedaría la relación entre el parlamento cubano y el PCC, de aplicársele alguna regulación semejante, si el 95% de los miembros de nuestro poder legislativo son militantes comunistas? ¿A qué órgano se debe conferir la autoría del Proyecto de Constitución si el 100% de los 33 diputados seleccionados para su redacción son también miembros del PCC?
¿Dónde queda la independencia de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), al ser medida por el criterio legislativo analizado, si en el artículo 2 de sus estatutos declara que “La UNEAC… reconoce al Partido Comunista de Cuba como fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado”, y dónde la de su contraparte juvenil, la Asociación Hermanos Saíz (AHS), que en el artículo del mismo número de su par adulta declara “La AHS reconoce la orientación política del Partido Comunista de Cuba y de la Unión de Jóvenes Comunistas…”?
La consideración legal esbozada por la legislación española no es casual. La hostilidad de la UNEAC hacia los intelectuales que han reclamado la discusión del Proyecto de Constitución al interior de la organización y hacia los artistas que organizaron la Bienal independiente de La Habana o la campaña contra el Decreto 349, que penaliza la independencia del arte, se debe entre otras razones a que Miguel Ángel Barnet Lanza, su presidente, es al mismo tiempo miembro del Comité Central del Partido, miembro del Consejo de Estado y Diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El criterio expuesto justifica con creces que los organizadores del Foro de la Sociedad Civil, previo a la Cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA) de Perú, en abril de 2018, no aprobaran la participación de representantes de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) como miembros de la sociedad civil cubana. En sus estatutos, la organización afirma que entre sus funciones está “Fortalecer la cohesión de todo el pueblo alrededor del Partido Comunista de Cuba” (Art. 3, Inciso b) y como para no quedarse atrás respecto de sus similares artísticos, en su inciso cuatro declara que “Los Comités de Defensa de la Revolución reconocen y acatan libre y conscientemente el papel del Partido Comunista de Cuba como la principal fuerza rectora de la sociedad”. Una demanda estatutaria que resulta pálida frente al historial y la importancia que ha tenido la organización en la generación de una cultura de desconfianza y miedo dentro de los vínculos vecinales.
De aplicársele la reglamentación española, la red de instituciones que el Estado cubano afirma que son la sociedad civil cubana, semejaría tentáculos de un Leviatán en cuyo centro estaría el PCC. Nada de eso parece que pueda cambiar en un futuro inmediato bajo los auspicios de semejante bestia. No debemos, por tanto, mostrar encanto alguno con el hecho de que el adjetivo democrático le sea añadido a su caracterización. El concepto tiene más de dos mil años de desarrollo y cualquiera de sus fases puede ser reclamado como tal. La hegemonía del Partido Comunista de Cuba, los beneficios de sus funcionarios y dirigentes, y en el lado opuesto la situación material y legal de la inmensa mayoría de la sociedad cubana que no participamos de su estructura de control y administración, retrotraen su democracia a aquella practicada por los griegos, que extraían del demos a una cuantiosa población a la que privaban de los derechos económicos y políticos que disfrutaban ellos, esto es, a los esclavos.    

miércoles, 2 de mayo de 2018

Los cinco que sí están

Los cinco que no están 
Tomado de: Cuba a diario
La carta publicada en su sitio en Facebook por Olga Salanueva, la esposa de René González, sacudió el proceso electoral cubano.
René González fue uno de los cinco espías responsabilizados en EEUU con el derribo el 24 de febrero de 1996, por parte de la fuerza aérea cubana, de dos avionetas de la organización del exilio Hermanos al Rescate, y el asesinato de sus cuatro pilotos. Los espías fueron condenados a prisión y solo regresaron a Cuba, en el caso de René González y Fernando González Llort, cuando se cumplieron sus condenas. Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labañino, lo hicieron producto de las negociaciones que encausaron las relaciones diplomáticas entre el gobierno de EEUU y el cubano, anunciadas en diciembre de 2014.
Por década y media el Gobierno cubano instrumentó una gran campaña por la libertad de quienes llamó "los Cinco Héroes", cuya imagen más emblemática consistió en una estrella que tenía sobrepuestos los rostros de los espías presos en cada una de sus cinco puntas. Mario Manuel de la Peña, Armando Alejandre Jr., Carlos Alberto Costa y Pablo Morales, nombres de los pilotos de la organización Hermanos al Rescate asesinados en 1996, permanecieron desconocidos en la Isla precisamente para reforzar el aprecio ignorante de cinco de sus verdugos.
Motivó la carta de Olga Salanueva la impugnación a la Comisión de Candidatura Nacional (CCN) por excluir, de entre los candidatos a diputados, a tres de los cinco espías, entre ellos a su esposo. Según cuenta, René González había sido propuesto por el sindicato de Cultura y, al aparecer la lista final de candidatos seleccionada por la CCN, su nombre había sido omitido. La lista final es un conjunto de funcionarios y adláteres del castrismo al que se le anexan varios delegados de barrio hasta totalizar el número que debe conformar el Parlamento. Frente a esa lista, lo que se le pide al ciudadano no es la elección de entre varios aspirantes, sino su aprobación de los candidatos propuestos, algo que se considera efectivo de totalizar el candidato el 50% más uno de los votos válidos emitidos. Se trata, pues, de una refrendación y no de una elección.
De haber sido seleccionado René González, y finalmente ser refrendado por la ciudadanía, se encontraría por tanto que habría sido nominado por un sindicato, filtrado por un grupito de funcionarios y finalmente refrendado, nunca elegido. La queja de Olga Salanueva, sin embargo, no impugna este sistema que enajena la participación del ciudadano, como bien señala una declaración de la Campaña Ciudadana #Otro18 a propósito de su misiva; sino que encuentra ilegítimo que su esposo y los otros dos espías no seleccionados hubieran sido omitidos. Demanda legitimidad a un sistema ilegítimo desde sus fundamentos, no para el bien de los cubanos, sino para el del estrecho círculo de sus amigos.
Frente al descenso de la estimación institucional hacia los "Cinco Héroes", denunciado por Olga Salanueva, la lista final de candidatos revela el capital adquirido en los últimos años por un nuevo grupo de cinco miembros. Los "Cinco de Panamá", podría llamársele a esta muestra disímil que lideró la histeria colectiva promovida por el Estado cubano durante la pasada cumbre de la Organización de Estados Americanos (OEA) de 2015 en Panamá. Eran miembros de asociaciones autopromovidas como sociedad civil para impedir la participación de organizaciones no afines al castrismo, de la Isla y el exilio, en el encuentro de las sociedades civiles del continente que habitualmente antecede a la cumbre de los jefes de Estado.
Una de las miembros de este conjunto de preferidos es Susely Morfa, la "millonaria de Panamá". Mereció el seudónimo luego de asegurar, al periodista de la televisión de Miami Mario Vallejo, que había llegado a aquel país con sus ahorros de psicóloga. Omitió, claro está, que era la segunda secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
La acción le granjeó la confianza que no mereció René González. Al llegar a Cuba, fue promovida a primera secretaria de la UJC, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) y le cupo el horror de nominar a Raúl Castro en el pasado VII Congreso del PCC, para su reelección como secretario general de la organización. Susely Morfa aparece ahora como candidata a la reelección como diputada, toda vez que fue embutida en el órgano legislativo en diciembre de 2016.
Otro asaltante al cielo es el periodista Yoerky Sánchez Cuéllar. A su regreso de Panamá comenzó una carrera que lo promovió a miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba durante el pasado VII Congreso y recientemente lo llevó a la dirección del diario Juventud Rebelde.
Amén de algunos poemas que podrían equipararle a lo sumo al Indio Naborí, la obra periodística de Yoerky Sánchez es escasa e insignificante. No olvidó, sin embargo, dedicar unos versos a René González cuando hacerlo elevaba el rating, o sea, cuando permanecía en EEUU. Escribió entonces: "René dejó la cadena/ de la cárcel. Sin embargo/ no puede en un tiempo largo/ volver a Cuba. ¿Quién frena/ su libertad? ¿Quién condena/ al patriota de esta forma?/ Es el sistema que ahorma/ la justicia a sus antojos/ y con vendas en los ojos/ hace del mal una norma" ("El lujo de ser cubano").
La tercera punta de esta nueva estrella la compone Elier Ramírez Cañedo, investigador del Consejo de Estado que ha hecho carrera especializándose en las relaciones Cuba-EEUU, pero que decidió dar un empujoncito a su relevancia gritando a voz en cuello, durante el evento de Panamá, aquella rumbita pegajosa que reza: "Machete, que son poquitos".
No feliz por lo conseguido, se enzarzó en una polémica contra intelectuales que se resisten a cumplir el canon editorial de Granma y Cubadebate. Precisamente los medios que divulgaron su artículo "La tercera vía o el centrismo político en Cuba", en el que, merced a ese combustible para la producción teórica que es el arribismo, convertía la historia de Cuba en una trenza compuesta por los malos, los no tan malos que igual son malos —donde confinaba a lo que llamaba "tercera vía"—, y los buenos donde, no hay que decirlo, estaba él. Y ahora lo vemos como candidato al Parlamento, pero no perdamos la pista de este joven, pues sus aspiraciones son altas y debemos esperar otras perlitas salidas de su puño y treta.
La cuarta punta de esta estrella la ocupa Yusuam Palacios, nominado por la provincia de Holguín, más precisamente por Sagua de Tánamo. A Yusuam Palacios le gusta hablar, de ahí que descollara en los días de Panamá. Su retórica recuerda aquella en la que brilló Hassan Pérez Casabona una década atrás, con prisa y sin pausas, pero apabullante de citas de Martí, Fidel, Marx y hasta Salvador Allende, por ese orden. José Martí antecede a Fidel porque el joven es director de la Fragua Martiana y presidente del Movimiento Juvenil Martiano.
La quinta punta de esta estrella la ocupa Enrique Alemán Gutiérrez, médico y presidente de la Federación de Espiritistas de La Habana, que saltaba a la vista en cuanto mitin de repudio se organizó en Panamá. Según su biografía de diputado, en la que debemos de creer a falta de otras fuentes, sus premios se extienden desde el Diploma de Oro en 1992 cuando obtuvo su título de médico, hasta una prenominación al Grammy en categoría Multimedia [sic], pasando por los premios Gitana Tropical y Giraldilla de Cuba.
Frente a esta avalancha de méritos castristas es comprensible —no lo fue para Olga Salanueva por estar implicada emocionalmente— que la CCN privilegiara a los candidatos descritos. Obediente a los designios del castriLos cinco que sí estánsmo, lo único que refleja es una realidad que todos conocen: si la celebridad de los espías se debió a su prisión, una vez libres dejaron de ser útiles. Incluso se convirtieron en una presencia incómoda pues la campaña por su liberación los hizo célebres en un sistema, el castrista, para el que la relevancia ajena es un estorbo. Incomodidad que puede tornarse peligrosa, ahí están la poco creíble muerte accidental de Camilo Cienfuegos y el asesinato de Arnaldo Ochoa para corroborarlo.
Desconozco los detalles de la política de promoción de adláteres del castrismo, en los tiempos que corren, no obstante, cotizan mejor los gritones que los espías.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Facebook y la fuerza de las víctimas: #NoSomosDesertores #SomosCubanosLibres

                           

Foto de portada de #NoSomosDesertores #SomosCubanosLibres
Asisto a la formidable movilización que ha conseguido el sitio de Facebook #No somos desertores #Somos cubanos libres. La derogación días atrás de la llamada habilitación del pasaporte, un requisito que impedía entrar a Cuba a quienes no la tenían, ha excluido a profesionales de la salud, el deporte y demás áreas que formaban parte de las misiones oficiales cubanas en el extranjero.
Estas personas deben esperar ocho años para entrar a su país, una medida que el castrismo implementó con el objetivo de castigar a quienes abandonan sus lucrativos programas de venta de servicios profesionales.
En respuesta a esto, un grupo de estos profesionales ideó crear un sitio en Facebook que en pocos días cuentan ya con más de 11.000 miembros. La derogación del castigo los moviliza y compartir sus tragedias individuales les da fuerzas para continuar adelante.
Aleza Rivera comenta: "Desde que me uní a este grupo lo que más me ha gustado es conocer lo que pasamos en esas misiones, cada cubano tiene una historia diferente, historias envueltas en lágrimas, dolor, nostalgias, que me hacen sentir y revivir mi dolor".
Yamer Urdanivia llegó el 28 de septiembre de 2015 a Venezuela. Lo mandaron al estado de Amazonas en un viaje de 15 horas "con un pan en el estómago, un jugo de naranja y 35 bolívares que alcanzaban para pagar una sola ida al baño". Fue al municipio selvático de Maroa, donde en tiempos de seca debieron tomar del agua del río, "un agua negra y fea porque el río tiene mucho mineral".
Yamer pasó dos meses y medio sin energía eléctrica, y tuvo que moverse entre la guerrilla colombiana, la Guardia Nacional, el ejército y los paramilitares. Allí debía estar por tres meses, pero conoció a algunos que no los sustituyeron hasta siete meses después.
Alguien cuelga el video del periodista oficial Oliver Zamora hablando con naturalidad de la medida que ha obligado a tantos a conocer de la muerte de sus seres queridos en la distancia. "¿Qué sucede con esto?", afirma el periodista. "Que esas personas no salieron de forma ilegal del país. Salieron de forma legal, con los recursos del Gobierno, no con recursos propios."
Tranquilo, sin inmutarse, el vocero oficial naturaliza la lamentable perversidad del castrismo. La razón que esgrime es simple, el Gobierno cubano les pagó el pasaje y los 35 bolívares con los que Yamer Urdanivia debía llegar al fin de la selva venezolana. No comenta, por supuesto, que solo con un mes de los tres que pasó en aquel apartado rincón sufriendo mil peligros pagó ese pasaje y los de muchos otros. Pero eso no lo puede comentar el periodista oficial. Eso lo hace con admirable contundencia #No somos desertores #Somos cubanos libres.
Tampoco dice Oliver Zamora que Yanielys Maura Pérez no puede ir a ver a su hija, tampoco Delio Alex Garces. Que Salvador Carrillo Soriano no pudo ver a su madre antes de morir. Que Oscar Pichardo vio a su abuelo por última vez el 27 de julio de 2011. Que Kirenia Pérez Sánchez cumplió su misión en "una casa sin agua… donde tiraban piedras y gritaban 'Váyanse cubanos'... y no dormías del temor, porque los disparos solo estaban a una pared de ti".
G. F. Miguel es más prolijo. Fue a Venezuela lleno de ilusiones, con conceptos firmes de solidaridad y entrega. Después sabría lo que era la primera mentira: "tenía que cumplir por semana ingresos y egresos hospitalarios sin que importara que hubiera enfermos o sanos… Muchas veces hice lo que se llama historias clínicas fantasmas (pacientes falsos) para poder cumplir con los famosos indicadores. Si no lo hacía me analizaban porque no estaba cumpliendo mi trabajo. (…) Comencé a ver con mis propios ojos. Yo solo no mentía, lo hacía Odontología, Óptica, Farmacia, en fin, éramos una gran vergüenza y lo peor, conscientes de ello".
En su enumeración de grandes mentiras la segunda era su estipendio de ocho dólares y las guardias de 24 horas. Comenzó a sentirse un esclavo cuya vida estaba en peligro todo el tiempo, "mientras en el noticiero de televisión decían que estábamos seguros y nuestros familiares tragándose el cuento".
La tercera gran mentira era que iban de carácter solidario, porque "la misión médica cubana en Venezuela es política, está metida hasta el cuello en política. No entiendo qué hace un médico cubano cuidando un colegio electoral del Consejo Nacional Electoral, qué tiene que hacer un odontólogo buscando venezolanos en sus casas para que voten, un deportista recolectando electores y haciendo política a favor de un Gobierno que no es el suyo".
Y concluye: "Eso fue lo que yo viví de la gran mentira que es la Misión Barrio Adentro y tenía deseos de compartirlo con ustedes porque hoy soy libre de decir lo que quiera".
A la denuncia de estos profesionales se han sumado personas de todas partes. Testimonios de cubanos de otras disciplinas que igualmente fueron castigados en el pasado. En uno de los comentarios René Luis Falcón Santana declara: "yo estuve 11 años sin ver a mis hijos ni familia, y como yo muchos más, no soy médico, soy ingeniero de profesión graduado en la URSS, y jamás me plegué a lo que considero injusto".
Amanda Díaz Marrero salió de Cuba a un encuentro internacional de coros. Cruzó la frontera de México con EEUU y le impusieron no poder entrar a Cuba por cinco años, pero desde la embajada cubana le enviaron una nota standard que le augura ocho años sin entrar a su patria y la tipifica como otra rea del Ministerio de Salud Pública.
"Exijo como todos ustedes que se haga un poco de justicia, y aunque sabemos bien que esta campaña podría no representar nada para el Gobierno cubano, uno se queda más tranquilo sabiendo que tiene voz, que puede opinar, que tiene el apoyo de miles de cubanos, en iguales condiciones o simplemente porque se sienten parte", considera.
Uno se pregunta qué ocurriría si este sitio deviniera, no ya la expresión del sufrimiento de los profesionales que esperan, sino la de tantos cubanos que han sufrido la inquina perversa de un sistema que refleja miméticamente la de sus líderes.
Ha comenzado un movimiento que también aspira a definirse y al interior del cual no dejan de manifestarse las carencias de cultura política que cargamos los cubanos. Desconocer el alcance político de una organización de la sociedad civil es una de ellas. Confundir una asociación civil con un partido político es otro. Y afirmar que el castrismo nunca ha cedido a presiones ya no es un déficit de cultura política, sino una carencia de conocimiento histórico. Un déficit que impide a algunos ver que el acto de eliminar el permiso de salida primero, y ahora la habilitación del pasaporte, son precisamente claudicaciones de una dictadura que se hunde, y busca una tabla de salvación en la reversión de sus políticas criminales.

jueves, 26 de octubre de 2017

El retorno triunfal del bohío


Cartel de la película de animación "El bohío"
En los últimos años se nota en Cuba una progresiva asimilación de la vivienda al bohío. Es un ejercicio lento para el que el Estado cubano cuenta con ayuda de la prensa oficial. El paso de ciclones moderados como Matthews, en octubre de 2016, o de gran intensidad como Irma, el pasado mes de septiembre, son momentos propicios para conseguir que nos habituemos a la vivienda de paredes de tablas y techo de guano, luego de que por décadas fuera un signo del atraso que heredó la revolución y que estaba destinado a desaparecer por su obra regeneradora.
Eufemismos para la precariedad
El 19 de octubre de 2016 el diario Juventud Rebelde publicó una noticia con el título "De vuelta a los hogares en Maisí". Aquel texto notificaba el retorno a sus casas de personas que habían sido albergadas durante el paso del huracán Matthews por la región oriental de nuestro país. Ilustraba la noticia una foto en que se podía ver a un grupo de hombres que clavaban tablas viejas a modo de pared y, sobre ellos, un techo metálico oxidado exponía lo que sería la cubierta de aquello que el titular noticioso definía como vivienda.
El paso del huracán Irma ha renovado esta tendencia. El pasado domingo 23 de septiembre de 2017 el diario Granma describía, en "De palmas, solidaridad y gente agradecida", la construcción en la comunidad camagüeyana de Esmeralda de una serie de bohíos a los que el periodista Miguel Febles Hernández se cuidó de llamar como tales denominándolos "viviendas rústicas", además de considerar "módulos" al conjunto de tablas necesarias para su construcción.
Pero si las dos noticias citadas tienen carácter de notificación, es en el artículo "La luz diferente y el mañana" que a la precariedad se le pretende dar una dimensión trascendente. Se habla allí de colores que volverán, de "la humedad pegajosa del desastre" y se augura una restauración incomprensible "para aquel que ignore nuestras entrañas alegres hechas para la utopía y para la cotidianidad extraordinaria".
El artículo de la periodista Yeilén Delgado Calvo cubrió un tercio de la primera plana de la edición de Juventud Rebelde del viernes 22 de septiembre de 2017. Los otros dos tercios los ocupaba la imagen de una vivienda de madera y techo de zinc a cuyo costado ondea una bandera cubana y se mueve descalzo y ensimismado un niño.
Retórica para encubrir el fracaso
Si en el pasado el castrismo sostuvo un discurso social impetuoso que asociaba fenómenos como la unidad de los revolucionarios, la solidaridad y el valor, a resultados equivalente en beneficios para todos, los artículos antes citados desajustan la balanza, acomodando la retórica de marras a la consecución de un puñado de viviendas miserables. Quizás no esté lejos el día en que veamos en la primera plana de alguno de nuestros escasos periódicos un titular que anuncie triunfal: "Inaugura la Revolución 100.000 bohíos".
El problema de la vivienda tuvo un valor simbólico para el castrismo. En La Historia me absolverá Fidel Castro lo denunció como uno de los grandes males de la nación y aseguraba que "Un gobierno revolucionario resolvería el problema de la vivienda… demoliendo las infernales cuarterías para levantar en su lugar edificios modernos de muchas plantas y financiando la construcción de viviendas en toda la Isla en escala nunca vista".
En 1959 se crearon dos instituciones encaminadas a cumplir tal compromiso. El Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda (INAV) y el Departamento de Viviendas Campesinas, y se concluyeron cerca de 90.000 viviendas entre 1959 y 1963, año en que su número comenzó a declinar.
A la propaganda correspondería encubrir el fracaso bajo la lógica de que si las cuarterías, que eran un conjunto de viviendas pequeñas contenidas en una sola construcción, no conseguían asumir su rol de cimientos, no merecían siquiera ser vistas.
El documental No tenemos derecho a esperar, realizado en 1972 por Rogelio París con guion de Julio García Espinosa, ilustra el alcance de la propaganda en este proceso. Realizado en uno de esos repuntes constructivos que conocería esas décadas, en un fragmento se afirma: "Ya en los primeros años de la revolución se había superado ampliamente la herencia que dejaban 56 años de seudorrepública. En 1958… en una población de algo más de seis millones de habitantes más de la mitad vivían en bohíos, solares, barrios de indigentes. La distribución de espacio por habitantes era de menos de dos metros cuadrados por persona en barrios populares y más de 100 metros cuadrados por persona en barrios de lujo".
La situación de 1958, se desprende de este fragmento, no solo era deplorable sino sumamente fácil de superar puesto que ello se había logrado en los primeros años de revolución de manera "amplia".
Castrismo, propaganda y mentira
Propaganda y mentira han sido compañeros inseparables del castrismo. El viernes 2 de septiembre de 2005 un titular del diario Granma aseguraba en su portada: "No menos de 100.000 viviendas por año a partir de 2006". El texto, escrito por la periodista María Julia Mayoral, se refería a un informe presentado por Carlos Lage Dávila que afirmaba que comenzaría en "el país el mayor programa de vivienda de su historia".
Las estadísticas oficiales aseguran que en 2006 se cumplió la meta propuesta. Lo que parece una manipulación estadística en favor de la promesa hecha por el Estado cubano si se observan los pobres números de los años 2005 y 2007. Haya sido o no una manipulación, las cifras anuales de viviendas terminadas han decrecido desde entonces hasta mostrar en 2015 el tercer peor resultado de los últimos veinticinco años con 23.003 viviendas terminadas.
La invisibilidad de los bohíos y cuarterías, no obstante, tuvo éxito. En la mente de muchos, la revolución y el castrismo aparecían asociados a un lugar donde vivir. En estas décadas, sin embargo, al bohío y la cuartería se sumaron los albergues, residencias temporales para quienes esperaban la asignación de una vivienda y que devinieron hogares permanentes sin las condiciones más elementales.
Se sumó también la ocupación familiar de viejas naves industriales, almacenes y mataderos abandonados por la desidia estatal. Lo que antes se consideraba una casa ha sido por estos años cercenada, tanto perpendicular como horizontalmente, para generar nuevos espacios para vivir. Se cierran balcones, portales, se ocupa el espacio de los parqueos, sótanos, baños, azoteas, para crear lugares donde caer dormidos, muchos de ellos sin condiciones para otra cosa.
De modo semejante describe la pervivencia del bohío y la proliferación de "reconversiones" el arquitecto Mario Coyula en su artículo "El derecho a la vivienda: una meta elusiva", publicado en el número 58 de la revista Temas, en 2009. Allí puede leerse: "El último censo, realizado en 2002, publicó tras una larga demora algunos datos, entre ellos que la ciudad de La Habana tenía poco más de 670.000 viviendas. Esa cifra incluye una cantidad no precisada de reconversiones, desgloses y añadidos que a duras penas cumplen las condiciones mínimas de habitabilidad. El censo también recogía el hecho de que, sin contar a la capital, existían en el país 138.035 casas con paredes de madera, pero más perturbador resulta que 35.944 tenían paredes de yagua o tabla de palma; 61.146 piso de tierra y 76.716 cubierta de hojas de palma. En otras palabras, se trataba de bohíos, no muy diferentes a los de los aborígenes que encontraron los conquistadores a principios del siglo XVI".
Frente a muchas de esas "reconversiones", el antiguo bohío y la antigua cuartería son mejores. Quizás sea esa una de las razones por la que los periodistas oficiales los muestran sin ningún pudor, porque en los días que corren es tanta la miseria que un bohío al pie de una montaña o a la orilla del mar, resultan imágenes bucólicas y reconfortantes. Es muy importante, sin embargo, que sepan que cuando la sociedad cubana se planteó muchas décadas atrás la eliminación del bohío o la cuartería, estos eran la expresión de la miseria y el abandono. No el fruto de la solidaridad, la recuperación épica, el éxito de la nación, ni las tonterías metafísicas, por llamarles de algún modo, con que pretenden sublimar hoy la proliferación de la indigencia nuestros periodistas oficiales.
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