viernes, 15 de diciembre de 2017

Facebook y la fuerza de las víctimas: #NoSomosDesertores #SomosCubanosLibres

                           

Foto de portada de #NoSomosDesertores #SomosCubanosLibres
Asisto a la formidable movilización que ha conseguido el sitio de Facebook #No somos desertores #Somos cubanos libres. La derogación días atrás de la llamada habilitación del pasaporte, un requisito que impedía entrar a Cuba a quienes no la tenían, ha excluido a profesionales de la salud, el deporte y demás áreas que formaban parte de las misiones oficiales cubanas en el extranjero.
Estas personas deben esperar ocho años para entrar a su país, una medida que el castrismo implementó con el objetivo de castigar a quienes abandonan sus lucrativos programas de venta de servicios profesionales.
En respuesta a esto, un grupo de estos profesionales ideó crear un sitio en Facebook que en pocos días cuentan ya con más de 11.000 miembros. La derogación del castigo los moviliza y compartir sus tragedias individuales les da fuerzas para continuar adelante.
Aleza Rivera comenta: "Desde que me uní a este grupo lo que más me ha gustado es conocer lo que pasamos en esas misiones, cada cubano tiene una historia diferente, historias envueltas en lágrimas, dolor, nostalgias, que me hacen sentir y revivir mi dolor".
Yamer Urdanivia llegó el 28 de septiembre de 2015 a Venezuela. Lo mandaron al estado de Amazonas en un viaje de 15 horas "con un pan en el estómago, un jugo de naranja y 35 bolívares que alcanzaban para pagar una sola ida al baño". Fue al municipio selvático de Maroa, donde en tiempos de seca debieron tomar del agua del río, "un agua negra y fea porque el río tiene mucho mineral".
Yamer pasó dos meses y medio sin energía eléctrica, y tuvo que moverse entre la guerrilla colombiana, la Guardia Nacional, el ejército y los paramilitares. Allí debía estar por tres meses, pero conoció a algunos que no los sustituyeron hasta siete meses después.
Alguien cuelga el video del periodista oficial Oliver Zamora hablando con naturalidad de la medida que ha obligado a tantos a conocer de la muerte de sus seres queridos en la distancia. "¿Qué sucede con esto?", afirma el periodista. "Que esas personas no salieron de forma ilegal del país. Salieron de forma legal, con los recursos del Gobierno, no con recursos propios."
Tranquilo, sin inmutarse, el vocero oficial naturaliza la lamentable perversidad del castrismo. La razón que esgrime es simple, el Gobierno cubano les pagó el pasaje y los 35 bolívares con los que Yamer Urdanivia debía llegar al fin de la selva venezolana. No comenta, por supuesto, que solo con un mes de los tres que pasó en aquel apartado rincón sufriendo mil peligros pagó ese pasaje y los de muchos otros. Pero eso no lo puede comentar el periodista oficial. Eso lo hace con admirable contundencia #No somos desertores #Somos cubanos libres.
Tampoco dice Oliver Zamora que Yanielys Maura Pérez no puede ir a ver a su hija, tampoco Delio Alex Garces. Que Salvador Carrillo Soriano no pudo ver a su madre antes de morir. Que Oscar Pichardo vio a su abuelo por última vez el 27 de julio de 2011. Que Kirenia Pérez Sánchez cumplió su misión en "una casa sin agua… donde tiraban piedras y gritaban 'Váyanse cubanos'... y no dormías del temor, porque los disparos solo estaban a una pared de ti".
G. F. Miguel es más prolijo. Fue a Venezuela lleno de ilusiones, con conceptos firmes de solidaridad y entrega. Después sabría lo que era la primera mentira: "tenía que cumplir por semana ingresos y egresos hospitalarios sin que importara que hubiera enfermos o sanos… Muchas veces hice lo que se llama historias clínicas fantasmas (pacientes falsos) para poder cumplir con los famosos indicadores. Si no lo hacía me analizaban porque no estaba cumpliendo mi trabajo. (…) Comencé a ver con mis propios ojos. Yo solo no mentía, lo hacía Odontología, Óptica, Farmacia, en fin, éramos una gran vergüenza y lo peor, conscientes de ello".
En su enumeración de grandes mentiras la segunda era su estipendio de ocho dólares y las guardias de 24 horas. Comenzó a sentirse un esclavo cuya vida estaba en peligro todo el tiempo, "mientras en el noticiero de televisión decían que estábamos seguros y nuestros familiares tragándose el cuento".
La tercera gran mentira era que iban de carácter solidario, porque "la misión médica cubana en Venezuela es política, está metida hasta el cuello en política. No entiendo qué hace un médico cubano cuidando un colegio electoral del Consejo Nacional Electoral, qué tiene que hacer un odontólogo buscando venezolanos en sus casas para que voten, un deportista recolectando electores y haciendo política a favor de un Gobierno que no es el suyo".
Y concluye: "Eso fue lo que yo viví de la gran mentira que es la Misión Barrio Adentro y tenía deseos de compartirlo con ustedes porque hoy soy libre de decir lo que quiera".
A la denuncia de estos profesionales se han sumado personas de todas partes. Testimonios de cubanos de otras disciplinas que igualmente fueron castigados en el pasado. En uno de los comentarios René Luis Falcón Santana declara: "yo estuve 11 años sin ver a mis hijos ni familia, y como yo muchos más, no soy médico, soy ingeniero de profesión graduado en la URSS, y jamás me plegué a lo que considero injusto".
Amanda Díaz Marrero salió de Cuba a un encuentro internacional de coros. Cruzó la frontera de México con EEUU y le impusieron no poder entrar a Cuba por cinco años, pero desde la embajada cubana le enviaron una nota standard que le augura ocho años sin entrar a su patria y la tipifica como otra rea del Ministerio de Salud Pública.
"Exijo como todos ustedes que se haga un poco de justicia, y aunque sabemos bien que esta campaña podría no representar nada para el Gobierno cubano, uno se queda más tranquilo sabiendo que tiene voz, que puede opinar, que tiene el apoyo de miles de cubanos, en iguales condiciones o simplemente porque se sienten parte", considera.
Uno se pregunta qué ocurriría si este sitio deviniera, no ya la expresión del sufrimiento de los profesionales que esperan, sino la de tantos cubanos que han sufrido la inquina perversa de un sistema que refleja miméticamente la de sus líderes.
Ha comenzado un movimiento que también aspira a definirse y al interior del cual no dejan de manifestarse las carencias de cultura política que cargamos los cubanos. Desconocer el alcance político de una organización de la sociedad civil es una de ellas. Confundir una asociación civil con un partido político es otro. Y afirmar que el castrismo nunca ha cedido a presiones ya no es un déficit de cultura política, sino una carencia de conocimiento histórico. Un déficit que impide a algunos ver que el acto de eliminar el permiso de salida primero, y ahora la habilitación del pasaporte, son precisamente claudicaciones de una dictadura que se hunde, y busca una tabla de salvación en la reversión de sus políticas criminales.
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