Recuerdo poco del poema "Fuera de juego" de Heberto Padilla. En nuestra historia del arte habrá un capítulo que se titulará así. El poema testifica que a una persona, un hombre, le pidieron todo: la lengua, los brazos, las manos, las piernas, los ojos para, al final, decirle que eche a andar, que esa es la prueba decisiva de su entrega.
Ayer me dijo Harold Pérez Lamorú, pintor, director de arte, amigo, profesor del ISA, que, finalmente, fue despojado de su casa. Hace cinco años que su madre, Bertha Luisa Lamorú Hernández, y él, luchan para evitar la sombra del desalojo que se cernía sobre ellos. Pues bien, el pasado lunes 2 de abril de 2012 la policía rompió la puerta de la casa de Harold y sacaron a su madre a la calle con todas sus cosas. Al día siguiente ya había un nuevo inquilino, otro pobre diablo comprado con despojos. La dirección de la casa es: Carretera a Varadero Km. 2 1/2 Finca Jagüey No 1358 Cárdenas-Matanzas
¿Cuánto más hay que perder para que este pueblo diga basta?
La historia de cada familia cubana en el presente recuerda los personajes de W. Shakespeare. El dramaturgo inglés fue maestro en representar seres que ven próxima su ruina pero el destino les incapacita para evitarla.
Por al dolor que mi amigo me ha insuflado puedo visualizar, en este momento, a Macbeth diciendo: "quítales todo, el orgullo, la familia, la decencia, el honor, los bienes, quítales las ropas, los zapatos, el alimento. Su pasado con sus recuerdos, el futuro. Mientras más hondo sea el despojo, lejos de arrancarte la cabeza van a implorar que les dejes lo que tienen, y cuando así lo hagas, te darán las gracias como a un benefactor".
No pude decirle mucho a Harold porque sentí que cada palabra de consuelo que decía me salía falsa. Cuando alguien sufre profundamente hay poco que decir.
A mis oídos llegan las noticias de viejos políticos que están siendo arrestados, dirigentes (como les decimos en Cuba) de primera plana a la sombra de celdas mudas. Todo eso se cuchichea pues sus esposas no dan testimonio, sus hijos en el extranjero (como tantos hijos de políticos) no dan declaraciones, sus amigos evitan que les identifiquen.
Muchas familias no tienen que comer y adelgazan visiblemente, pero tampoco lo declaran por vergüenza. Se ceba la flaccidez en los ancianos y la ausencia de nutrientes compromete la salud de los niños. Los militares engordan y parecen nacidos con teléfonos celulares en el oído. El dengue, los quirófanos contaminados, los medicamentos en falta, los médicos emergentes, todo ello llega a nuestros oídos a modo de rumor y la reacción es replicarlo como llegó: en silencio.
Mi amigo Harold Pérez Lamorú abrió hace cerca de un año un espacio en Facebook para documentar el proceso del robo de su casa. Allí pueden encontrar los documentos emitidos por abogados cómplices. Uno de ellos no tiene cuño ni firma. El sitio se llama Necesario.
Rompiendo el silencio hacemos algo más que ayudar al otro, nos ayudamos a nosotros mismos.
Boris González Arenas
No hay comentarios:
Publicar un comentario