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jueves, 11 de febrero de 2016

Un día en la vida de Iván con su Moskovich

  Un día en la vida de Iván con su Moskovich

Foto tomada de: http://cartasdesdecuba.com/los-rusos-quieren-producir-automoviles-en-cuba/

Mi amigo Iván nació en 1986, tiene 29 años, y vive en Centro Habana. Es el resultado de la última ola de matrimonios cubano-soviéticos. En la década siguiente a la del nacimiento de Iván, no solo los cubanos y cubanas ampliaron el diapasón de sus relaciones matrimoniales allende las fronteras socialistas, sino que la Unión Soviética y el socialismo patrocinado por ella pasaron a mejor vida. Y digo mejor porque después de setenta años de revolución rusa, las cotas de “lo peor” fueron llevadas a niveles difíciles de emular hasta para Dios.
En una entrevista concedida al cineasta ruso Aleksandr Sokurov, Aleksandr Solzhenitsyn, el autor de la novela Un día en la vida de Iván Denísovich, el título que inspira el de este artículo, comenta al cineasta ruso que a su abuelo lo desapareció la GPU. GPU, Cheka, NKVD, KGB, todas fueron organizaciones creadas precisamente para anchar “lo peor” hasta niveles que hubieran horrorizado incluso a sus creadores si hubieran sobrevivido el proceso de purgas que ellos mismos inspiraron.

Iván y yo vivimos en un mundo 
en el que no se le da la vuelta a la página 
sin halar algo de la anterior

El fin del socialismo soviético es una gran interrogante para quienes no pueden entender, como podemos hacerlo los que vivimos en sus émulos tardíos, que los sistemas de su naturaleza son organismos que viven de un perpetuo comerse a sí mismos, de un devorar las sobras de las sobras que naturalmente termina por desaparecerlos.
Al doblar de la casa de Iván, en la calle Belascoaín, hay una casa de puntal alto que perdió el techo años atrás y hoy acoge una vivienda de tres pisos que aprovecha las columnas antiguas para mantenerse erguida. La altura de cada vivienda, como es lógico, no permite a una persona mayor de uno ochenta metros mantenerse derecho e Iván mide 1.83 y allí vive su novia.
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