caricatura de Omar Santana
Publicado en Diario de Cuba
¿Qué razones puede tener el estado cubano para violar el embargo de
armas que la comunidad internacional ha impuesto a la República Popular
Democrática de Corea? Cuando el pasado año fue encontrado por las autoridades del
Canal de Panamá, en un carguero del país asiático, enterrado bajo miles de
sacos de azúcar, un alijo de armas cubanas que incluía dos aviones MiG-21, fue
esa una interrogante general. La inmediata declaración pública del gobierno
cubano y la divulgación de una nota sobre ello en nuestra prensa oficial, indicaban
lo delicado del asunto. En aquella nota el gobierno cubano aseguraba que las
armas presentes en el barco norcoreano eran material obsoleto que se enviaba a
Corea del Norte para su reparación. Esa, aunque dudosa, habría sido una razón.
Pero el pasado martes 11 de marzo de 2014 un informe de expertos de
las Naciones Unidas ha hecho público que ese envío viola las resoluciones de
Naciones Unidas destinadas a impedir que el país asiático obtenga o exporte algún
tipo de armamento. Las armas, asegura el documento, estaban en perfecto estado,
habían sido probadas los días previos a su embarque y parte de ellas estaba en
su empaque original. La declaración de nuestros medios de prensa era falsa.
Sobre esta conclusión de los investigadores de la ONU nada ha dicho
la prensa oficial cubana.
No son tiempos de Solidaridad. Aquella solidaridad irracional con
que el gobierno cubano solía, décadas atrás, rechazar emitir alguna explicación
mediana por sus actos. Al parecer el gobierno de Raúl Modesto Castro Ruz no ha
intentado usar este argumento con los expertos de la ONU ni tampoco ha sido
mencionado en nuestros medios de difusión. Desde el fin del socialismo
este-europeo, la solidaridad ha quedado como recurso retórico o para encubrir la
naturaleza del negocio montado por el castrismo con la venta de nuestros
médicos a países de la región.
Tampoco son tiempos de esgrimir aquello de “a Cuba no la fiscaliza
nadie” con que Fidel Alejandro Castro Ruz impidió a los investigadores internacionales
entrar a nuestro país en 1963 a raíz de la Crisis de los Misiles. Según deja
entender el documento hecho público el pasado martes, las autoridades cubanas
cooperaron con la investigación.
El evento abre otras interrogantes. ¿Qué beneficios puede tener para
Corea del Norte hacerse de unos aviones antiguos y de algunas piezas de
repuestos u otras armas? La respuesta a esta pregunta puede volver más
siniestra la participación cubana. Poco, muy poco podrá hacer Corea del Norte
con estas armas a menos que le dé un uso menos convencional. La República Popular
Democrática de Corea tiene numerosos enemigos firmes y no pocos potenciales,
sin embargo, a ninguno de estos países, potencias militares todos o fuertemente
respaldados por Estados Unidos, puede significarles el vuelo de un MIG 21 peligro
alguno. A menos que el avión cargue, apto para estallar, algo del arsenal
atómico que, se presume, posee el gobierno norcoreano. En ese caso no se
trataría de un antiguo avión, sino de un inteligente y muy peligroso misil y el
gobierno cubano habría jugado un papel muy irresponsable al facilitarle estos
aviones a Corea del Norte.
Se puede alegar otra razón en todo este sinsentido. El gobierno
cubano podría haber presumido que el barco norcoreano no llegaría a su destino,
que las armas serían encontradas ―el historial del barco daba para sospecharlo―
y que el gobierno de los Estados Unidos quedaría en dificultades para continuar
sondeando la continuidad, modificación o eliminación del embargo económico
contra Cuba. Ya Fidel A. Castro Ruz derribó dos avionetas de los Estados Unidos
en 1995 para presionar a William Clinton a firmar la Ley Helms-Burton y
aumentar el cerco norteamericano sobre nuestro archipiélago. Días antes el
presidente norteamericano había puesto reparos importantes para aceptar aquél
proyecto de ley y, luego del derribo de las avionetas, quedó sin argumentos
frente a otras voces que demandaban acciones más violentas contra instalaciones
militares cubanas. Para los que afirman que el embargo norteamericano resulta
útil al castrismo, este evento vivifica sus argumentos.
Con el descubrimiento de estas armas y el documento hecho público
recientemente por los expertos de la ONU, al gobierno de Barack Obama le será
muy difícil retirar a Cuba de la lista de países terroristas o alentar cambios
a la política del embargo.
Por otro lado, la longevidad de las armas no manifiesta un
compromiso real de apoyo al gobierno de Corea del Norte que justifique medidas
globales de mayor gravedad contra el gobierno de Raúl M. Castro.
Es difícil pensar que en la anquilosada mente del presidente cubano ―“sin
prisa pero sin pausa”―, o sus asesores, pueda concebirse esta idea y que tengan
valor para llevarla adelante. Pero las armas aparecieron y alguna razón debió
haber para embarcarlas.
Podría alegarse también que las autoridades cubanas no se daban
cuenta de lo que hacían. Habría que ser un poco lerdo para ello, pero recordemos
el precio puesto a los automóviles desde que recientemente se liberó su venta
en nuestro país, solo para citar uno de los más recientes desvaríos de nuestro
gobierno.
Todo está rodeado de mucho absurdo, si no estupidez; al gobierno
chino o al ruso, aliados por reminiscencia del castrismo, no debe haberles
hecho gracia el episodio, en especial a China, que en los últimos años ha
venido distanciándose de la dinastía norcoreana.
Es poco probable que el evento de las armas cubanas en el barco de
Corea del Norte tenga repercusión importante para nuestro país. No por
casualidad, el texto del documento de la ONU se ha hecho público en medio de la
gran crisis internacional que ha desatado Rusia al invadir a Ucrania y anexarse
parte de su territorio, lo que le garantiza muy poca atención en los días
venideros.
Boris González Arenas
Viernes 21 de marzo de 2014