Estimado Roberto Veiga González, editor de la Revista Espacio
Laical:
Me dirijo a usted con la
intención de comentarle algunas ideas a propósito de la lectura del artículo: «Presidente Obama: tiempo para una
política creativa para Cuba» (Espacio Laical, Año 9, No 4/2013), del
intelectual exiliado en los Estados Unidos, Arturo López-Levy, conferencista –leo
al final del número– de la
Universidad de Denver.
Para los
que vivimos en Cuba, con la condición de buscavidas que ello acarrea, y
pretendemos además realizar una labor como intelectuales, la existencia es en
extremo difícil. Si a ese escenario le ponemos el adjetivo “religioso” u
“opositor”, más allá de las diferencias entre ambos, todo se vuelve más
ingrato. Sospecho lo difícil que es llevar adelante una revista como Espacio Laical, aun respetando la
ojeriza oficial a la oposición cubana, lo que nos aleja de sus páginas y
eventos. Es por ello, porque los miembros de esa oposición no podemos
participar de Espacio Laical, que me ha resultado contraproducente la
publicación del artículo del profesor López-Levy con los comentarios que
realiza a propósito de Berta Soler y Guillermo Fariñas.
En
su artículo, López-Levy analiza la presencia de Barack Obama en un acto de
recaudación de fondos de la Fundación Nacional Cubano Americana donde, al
parecer, se reunió con Guillermo Fariñas y Berta Soler.
Dice
López-Levy:
«Algunos análisis de
la derecha y de la izquierda han enfatizado un par de fotos del presidente, una
con Berta Soler, una señora que dice que la Cuba de la dictadura de Batista era una “tacita
de oro” y la otra con el opositor santaclareño Guillermo Fariñas, quien presume
de vínculos con militares cubanos identificados con el discurso opositor».
El
artículo del profesor López-Levy continúa refiriendo el tema de la intervención
de Barack Obama que, según él, «es un cuestionamiento respetuoso a la política
de aislamiento contra Cuba por anacrónica», pero lo que me ocupa en este
momento es la declaración a propósito de Guillermo Fariñas y Berta Soler y atañe
más a la naturaleza de Espacio Laical,
que al contenido del artículo.
Fariñas
y Soler son dos miembros prominentes de la oposición activa cubana; la señora
Soler encabeza el movimiento de las Damas de Blanco desde que pereció su líder
fundadora, Laura Pollán. Estas mujeres merecen respeto y tienen una historia de
agresiones bárbaras por parte del Estado cubano. Durante años se enfrentaron
solas a las movilizaciones que en su contra organizaba la Seguridad del Estado,
sin declinar su voluntad de ver a sus esposos libres, los que habían sido
encarcelados en uno de esos momentos de frenesí con que Fidel A. Castro supo
aterrar a la sociedad cubana por décadas. Estas mujeres supieron hacer del
terror una energía movilizadora y, para su orgullo y gloria, vencieron.
Pero
la lucha por la libertad de nuestros presos políticos no tiene como gestor solo
al grupo de mujeres que conforman las Damas de Blanco. Hay otros dos
protagonistas fundamentales: Orlando Zapata Tamayo y Guillermo Fariñas. Como
conoce, Orlando Zapata Tamayo llevó hasta sus últimas consecuencias una huelga
de hambre, y su deceso, en febrero de 2010, se convirtió en el símbolo del
horror sufrido por la oposición y, por extensión, -la finalidad del terror no
son sus víctimas- por todo el pueblo cubano bajo el castrismo. Guillermo
Fariñas fue, durante los días siguientes a la muerte de Zapata Tamayo, el
corazón que mantuvo viva su agonía. Desde su casa se declaró en huelga de
hambre decidido a abandonarla solo si nuestros presos políticos, los mismos esposos
reclamados por las Damas de Blanco, eran liberados. A la conmoción
internacional por la muerte de Zapata Tamayo, se sumó el intenso seguimiento de
la condición de Fariñas en un forcejeo insólito con la dictadura cubana que
debió, días antes de la muerte del líder opositor, deponer su arrogancia
característica y consentir la libertad demandada.
Guillermo
Fariñas fue además miembro del ejército cubano y es veterano de la Guerra de Angola, demasiada
historia para mencionarlo solo de pasada y caracterizándolo como un presumido.
Berta Soler y Guillermo Fariñas siguen hoy enfrentando las más diversas
represiones por la decidida actividad opositora que realizan.
No
tengo la menor duda de que las generaciones futuras se admirarán de la proeza
que antecedió la libertad de nuestros presos políticos. Ambos, Berta Soler como
miembro de las Damas de Blanco y Guillermo Fariñas, adquirieron rango de
próceres en aquellas jornadas, y no es por gusto que el señor Barack Obama
aparece con ellos en la actividad analizada por el profesor López-Levy. Soler y
Fariñas son la expresión de esa Cuba que ha cambiado, que demanda en palabras
de Obama una transformación de la política de los Estados Unidos hacia nuestro
país, pues cuando el proceder que López-Levy califica ahora de anacrónico fue
establecido, nuestros opositores eran asesinados frente al pelotón de
fusilamiento o confinados por décadas en apestosas celdas sin que el mundo
pudiera siquiera saber sus nombres. Los que organizaban semejantes matanzas y
confinaban a nuestros compatriotas, los suyos y los míos, eran los mismos
caudillos que hoy están al frente de nuestro Estado.
Quiera
la suerte que ese necesario cambio de política no olvide a los cubanos que
combatimos la dictadura ni a los millones que han padecido un exilio cruel,
pues sin dudas –y se lo digo sin menoscabo del respeto que le profeso- no serán
Espacio Laical ni Arturo López-Levy los que nos recordarán con la
intensidad necesaria.
A
la dictadura cubana, es cierto, se le ha hecho mucho más difícil mantener aquellos
procedimientos represivos que usó décadas atrás y hoy nos criminaliza por
delitos comunes, allana nuestras viviendas robando impunemente nuestros bienes,
impide nuestros movimientos y reuniones y quizás nos mata, pero a hurtadillas,
lo que explicaría las extrañas muertes de Laura Pollán, Oswaldo Payá y Harold
Cepero.
¿Por
qué le escribo entonces si no dudo de la admiración extraordinaria que Berta
Soler y Guillermo Fariñas despiertan?
Pienso
que al reproducir su revista el artículo del profesor López-Levy con semejante
comentario, sabiendo que Guillermo Fariñas, Berta Soler y el resto de la
oposición cubana tienen cerradas estas páginas por una voluntad ajena a usted y
a su equipo de realización, es Espacio
Laical y no el profesor López-Levy, que puede tener en su exilio la opinión
que la ocasión le merezca, la que sale lastimada. Ha cabido a la prensa
castrista la costumbre de ignorar y calumniar a quien le venga en gana a Fidel A.
Castro primero y a Raúl M. Castro después, sin dar posibilidad de respuesta a
sus víctimas. No creo, en ningún caso, que Espacio
Laical debe adquirir semejante
práctica.
Admiro
el trabajo de Espacio Laical y es por
ello que le pido mayor consideración hacia aquellos miembros de la sociedad
cubana que estamos privados de aparecer en sus páginas, no por casualidad los
mismos que estamos impedidos de aparecer en cualquier sitio oficial o público
de Cuba. Creo que ello hará de Espacio
Laical una revista de mayor alcance y estima.
Cordialmente,
Boris
González Arenas
PD:
Ojalá pueda usted publicar este comentario en su revista. Cualquiera que sea la
decisión, le pido que me realice un acuse de recibo para saber que, al ponerlo
en mi blog (http//www.probidadcuba.blogspot.com),
ha sido ya recibido por usted.
Muchas
gracias
espaciolaical@ccpfv.arqhabana.org
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