domingo, 23 de marzo de 2014

A la revista Espacio Laical


Estimado Roberto Veiga González, editor de la Revista Espacio Laical:
Me dirijo a usted con la intención de comentarle algunas ideas a propósito de la lectura del artículo: «Presidente Obama: tiempo para una política creativa para Cuba» (Espacio Laical, Año 9, No 4/2013), del intelectual exiliado en los Estados Unidos, Arturo López-Levy, conferencista –leo al final del número– de la Universidad de Denver.
Para los que vivimos en Cuba, con la condición de buscavidas que ello acarrea, y pretendemos además realizar una labor como intelectuales, la existencia es en extremo difícil. Si a ese escenario le ponemos el adjetivo “religioso” u “opositor”, más allá de las diferencias entre ambos, todo se vuelve más ingrato. Sospecho lo difícil que es llevar adelante una revista como Espacio Laical, aun respetando la ojeriza oficial a la oposición cubana, lo que nos aleja de sus páginas y eventos. Es por ello, porque los miembros de esa oposición no podemos participar de Espacio Laical,  que me ha resultado contraproducente la publicación del artículo del profesor López-Levy con los comentarios que realiza a propósito de Berta Soler y Guillermo Fariñas.
En su artículo, López-Levy analiza la presencia de Barack Obama en un acto de recaudación de fondos de la Fundación Nacional Cubano Americana donde, al parecer, se reunió con Guillermo Fariñas y Berta Soler.
Dice López-Levy:
 «Algunos análisis de la derecha y de la izquierda han enfatizado un par de fotos del presidente, una con Berta Soler, una señora que dice que la Cuba de la dictadura de Batista era una “tacita de oro” y la otra con el opositor santaclareño Guillermo Fariñas, quien presume de vínculos con militares cubanos identificados con el discurso opositor».
El artículo del profesor López-Levy continúa refiriendo el tema de la intervención de Barack Obama que, según él, «es un cuestionamiento respetuoso a la política de aislamiento contra Cuba por anacrónica», pero lo que me ocupa en este momento es la declaración a propósito de Guillermo Fariñas y Berta Soler y atañe más a la naturaleza de Espacio Laical, que al contenido del artículo.
Fariñas y Soler son dos miembros prominentes de la oposición activa cubana; la señora Soler encabeza el movimiento de las Damas de Blanco desde que pereció su líder fundadora, Laura Pollán. Estas mujeres merecen respeto y tienen una historia de agresiones bárbaras por parte del Estado cubano. Durante años se enfrentaron solas a las movilizaciones que en su contra organizaba la Seguridad del Estado, sin declinar su voluntad de ver a sus esposos libres, los que habían sido encarcelados en uno de esos momentos de frenesí con que Fidel A. Castro supo aterrar a la sociedad cubana por décadas. Estas mujeres supieron hacer del terror una energía movilizadora y, para su orgullo y gloria, vencieron.
Pero la lucha por la libertad de nuestros presos políticos no tiene como gestor solo al grupo de mujeres que conforman las Damas de Blanco. Hay otros dos protagonistas fundamentales: Orlando Zapata Tamayo y Guillermo Fariñas. Como conoce, Orlando Zapata Tamayo llevó hasta sus últimas consecuencias una huelga de hambre, y su deceso, en febrero de 2010, se convirtió en el símbolo del horror sufrido por la oposición y, por extensión, -la finalidad del terror no son sus víctimas- por todo el pueblo cubano bajo el castrismo. Guillermo Fariñas fue, durante los días siguientes a la muerte de Zapata Tamayo, el corazón que mantuvo viva su agonía. Desde su casa se declaró en huelga de hambre decidido a abandonarla solo si nuestros presos políticos, los mismos esposos reclamados por las Damas de Blanco, eran liberados. A la conmoción internacional por la muerte de Zapata Tamayo, se sumó el intenso seguimiento de la condición de Fariñas en un forcejeo insólito con la dictadura cubana que debió, días antes de la muerte del líder opositor, deponer su arrogancia característica y consentir la libertad demandada.
Guillermo Fariñas fue además miembro del ejército cubano y es veterano de la Guerra de Angola, demasiada historia para mencionarlo solo de pasada y caracterizándolo como un presumido. Berta Soler y Guillermo Fariñas siguen hoy enfrentando las más diversas represiones por la decidida actividad opositora que realizan.
No tengo la menor duda de que las generaciones futuras se admirarán de la proeza que antecedió la libertad de nuestros presos políticos. Ambos, Berta Soler como miembro de las Damas de Blanco y Guillermo Fariñas, adquirieron rango de próceres en aquellas jornadas, y no es por gusto que el señor Barack Obama aparece con ellos en la actividad analizada por el profesor López-Levy. Soler y Fariñas son la expresión de esa Cuba que ha cambiado, que demanda en palabras de Obama una transformación de la política de los Estados Unidos hacia nuestro país, pues cuando el proceder que López-Levy califica ahora de anacrónico fue establecido, nuestros opositores eran asesinados frente al pelotón de fusilamiento o confinados por décadas en apestosas celdas sin que el mundo pudiera siquiera saber sus nombres. Los que organizaban semejantes matanzas y confinaban a nuestros compatriotas, los suyos y los míos, eran los mismos caudillos que hoy están al frente de nuestro Estado.
Quiera la suerte que ese necesario cambio de política no olvide a los cubanos que combatimos la dictadura ni a los millones que han padecido un exilio cruel, pues sin dudas –y se lo digo sin menoscabo del respeto que le profeso- no serán Espacio Laical ni Arturo López-Levy los que nos recordarán con la intensidad necesaria.
A la dictadura cubana, es cierto, se le ha hecho mucho más difícil mantener aquellos procedimientos represivos que usó décadas atrás y hoy nos criminaliza por delitos comunes, allana nuestras viviendas robando impunemente nuestros bienes, impide nuestros movimientos y reuniones y quizás nos mata, pero a hurtadillas, lo que explicaría las extrañas muertes de Laura Pollán, Oswaldo Payá y Harold Cepero.
¿Por qué le escribo entonces si no dudo de la admiración extraordinaria que Berta Soler y Guillermo Fariñas despiertan?
Pienso que al reproducir su revista el artículo del profesor López-Levy con semejante comentario, sabiendo que Guillermo Fariñas, Berta Soler y el resto de la oposición cubana tienen cerradas estas páginas por una voluntad ajena a usted y a su equipo de realización, es Espacio Laical y no el profesor López-Levy, que puede tener en su exilio la opinión que la ocasión le merezca, la que sale lastimada. Ha cabido a la prensa castrista la costumbre de ignorar y calumniar a quien le venga en gana a Fidel A. Castro primero y a Raúl M. Castro después, sin dar posibilidad de respuesta a sus víctimas. No creo, en ningún caso, que Espacio Laical debe adquirir semejante práctica.
Admiro el trabajo de Espacio Laical y es por ello que le pido mayor consideración hacia aquellos miembros de la sociedad cubana que estamos privados de aparecer en sus páginas, no por casualidad los mismos que estamos impedidos de aparecer en cualquier sitio oficial o público de Cuba. Creo que ello hará de Espacio Laical una revista de mayor alcance y estima.

Cordialmente,
Boris González Arenas

PD: Ojalá pueda usted publicar este comentario en su revista. Cualquiera que sea la decisión, le pido que me realice un acuse de recibo para saber que, al ponerlo en mi blog (http//www.probidadcuba.blogspot.com), ha sido ya recibido por usted.

Muchas gracias

espaciolaical@ccpfv.arqhabana.org


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License probidad by Boris González Arenas is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License. Based on a work at probidadcuba.blogspot.com.