domingo, 30 de marzo de 2014

Corea del Norte y Cuba, de un MiG las dos alas

caricatura de Omar Santana
Publicado en Diario de Cuba

¿Qué razones puede tener el estado cubano para violar el embargo de armas que la comunidad internacional ha impuesto a la República Popular Democrática de Corea? Cuando el pasado año fue encontrado por las autoridades del Canal de Panamá, en un carguero del país asiático, enterrado bajo miles de sacos de azúcar, un alijo de armas cubanas que incluía dos aviones MiG-21, fue esa una interrogante general. La inmediata declaración pública del gobierno cubano y la divulgación de una nota sobre ello en nuestra prensa oficial, indicaban lo delicado del asunto. En aquella nota el gobierno cubano aseguraba que las armas presentes en el barco norcoreano eran material obsoleto que se enviaba a Corea del Norte para su reparación. Esa, aunque dudosa, habría sido una razón.
Pero el pasado martes 11 de marzo de 2014 un informe de expertos de las Naciones Unidas ha hecho público que ese envío viola las resoluciones de Naciones Unidas destinadas a impedir que el país asiático obtenga o exporte algún tipo de armamento. Las armas, asegura el documento, estaban en perfecto estado, habían sido probadas los días previos a su embarque y parte de ellas estaba en su empaque original. La declaración de nuestros medios de prensa era falsa.
Sobre esta conclusión de los investigadores de la ONU nada ha dicho la prensa oficial cubana.
No son tiempos de Solidaridad. Aquella solidaridad irracional con que el gobierno cubano solía, décadas atrás, rechazar emitir alguna explicación mediana por sus actos. Al parecer el gobierno de Raúl Modesto Castro Ruz no ha intentado usar este argumento con los expertos de la ONU ni tampoco ha sido mencionado en nuestros medios de difusión. Desde el fin del socialismo este-europeo, la solidaridad ha quedado como recurso retórico o para encubrir la naturaleza del negocio montado por el castrismo con la venta de nuestros médicos a países de la región.
Tampoco son tiempos de esgrimir aquello de “a Cuba no la fiscaliza nadie” con que Fidel Alejandro Castro Ruz impidió a los investigadores internacionales entrar a nuestro país en 1963 a raíz de la Crisis de los Misiles. Según deja entender el documento hecho público el pasado martes, las autoridades cubanas cooperaron con la investigación.
El evento abre otras interrogantes. ¿Qué beneficios puede tener para Corea del Norte hacerse de unos aviones antiguos y de algunas piezas de repuestos u otras armas? La respuesta a esta pregunta puede volver más siniestra la participación cubana. Poco, muy poco podrá hacer Corea del Norte con estas armas a menos que le dé un uso menos convencional. La República Popular Democrática de Corea tiene numerosos enemigos firmes y no pocos potenciales, sin embargo, a ninguno de estos países, potencias militares todos o fuertemente respaldados por Estados Unidos, puede significarles el vuelo de un MIG 21 peligro alguno. A menos que el avión cargue, apto para estallar, algo del arsenal atómico que, se presume, posee el gobierno norcoreano. En ese caso no se trataría de un antiguo avión, sino de un inteligente y muy peligroso misil y el gobierno cubano habría jugado un papel muy irresponsable al facilitarle estos aviones a Corea del Norte.
Se puede alegar otra razón en todo este sinsentido. El gobierno cubano podría haber presumido que el barco norcoreano no llegaría a su destino, que las armas serían encontradas ―el historial del barco daba para sospecharlo― y que el gobierno de los Estados Unidos quedaría en dificultades para continuar sondeando la continuidad, modificación o eliminación del embargo económico contra Cuba. Ya Fidel A. Castro Ruz derribó dos avionetas de los Estados Unidos en 1995 para presionar a William Clinton a firmar la Ley Helms-Burton y aumentar el cerco norteamericano sobre nuestro archipiélago. Días antes el presidente norteamericano había puesto reparos importantes para aceptar aquél proyecto de ley y, luego del derribo de las avionetas, quedó sin argumentos frente a otras voces que demandaban acciones más violentas contra instalaciones militares cubanas. Para los que afirman que el embargo norteamericano resulta útil al castrismo, este evento vivifica sus argumentos.
Con el descubrimiento de estas armas y el documento hecho público recientemente por los expertos de la ONU, al gobierno de Barack Obama le será muy difícil retirar a Cuba de la lista de países terroristas o alentar cambios a la política del embargo.
Por otro lado, la longevidad de las armas no manifiesta un compromiso real de apoyo al gobierno de Corea del Norte que justifique medidas globales de mayor gravedad contra el gobierno de Raúl M. Castro.
Es difícil pensar que en la anquilosada mente del presidente cubano ―“sin prisa pero sin pausa”―, o sus asesores, pueda concebirse esta idea y que tengan valor para llevarla adelante. Pero las armas aparecieron y alguna razón debió haber para embarcarlas.
Podría alegarse también que las autoridades cubanas no se daban cuenta de lo que hacían. Habría que ser un poco lerdo para ello, pero recordemos el precio puesto a los automóviles desde que recientemente se liberó su venta en nuestro país, solo para citar uno de los más recientes desvaríos de nuestro gobierno.
Todo está rodeado de mucho absurdo, si no estupidez; al gobierno chino o al ruso, aliados por reminiscencia del castrismo, no debe haberles hecho gracia el episodio, en especial a China, que en los últimos años ha venido distanciándose de la dinastía norcoreana.
Es poco probable que el evento de las armas cubanas en el barco de Corea del Norte tenga repercusión importante para nuestro país. No por casualidad, el texto del documento de la ONU se ha hecho público en medio de la gran crisis internacional que ha desatado Rusia al invadir a Ucrania y anexarse parte de su territorio, lo que le garantiza muy poca atención en los días venideros.

Boris González Arenas
Viernes 21 de marzo de 2014

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