martes, 27 de enero de 2015

Demos cauce a la solidaridad

Artículo publicado en Diario de Cuba el 7 de diciembre de 2014

En la reunión donde se le informó a Boris González de su expulsión de la Escuela de Cine (EICTV), el pasado 5 de enero, este fue el artículo al que aludió Jerónimo Labrada, director de esa institución, como causa de su expulsión. Segun Jerónimo, la agresividad de los ataque de Boris a la misión humanitaria cubana eran inadmisibles. Tres días atrás, el 2 de enero, Boris había sido puesto en libertad después de cuatro días de secuestro por entidades paramilitares cubanas. 
No hubo palabras de apoyo -de ningún tipo- respecto a esa detención arbitraria por parte de sus compañeros de trabajo, solo esta reacción cobarde que va en contra de la Constitución cubana y de la Carta de Derechos Humanos en lo que respecta al trabajo.


Donde Birt-Likhenau, un viejo campo de concentración convertido en nación, se pone a la cabeza internacional de la lucha contra el ébola.

La noticia de que nuevamente es un país pobre el que se pone a la cabeza de la lucha internacional contra la epidemia de ébola en África ha conmovido al mundo. Primero Cuba, con su extraordinaria colaboración, nos sorprendió a todos enviando un contingente médico que, como dijera en un editorial del pasado 3 de diciembre The Guardian, se anticipó al llamado de ayuda que realizó la Organización Mundial de la Salud.

Ahora es Birt-Likhenau, nación aceptada como tal en años recientes por las Naciones Unidas, la que anuncia el envío de un contingente de quinientos médicos —doscientos más que Cuba— a los países africanos afectados por la epidemia.

Birt-Likhenau fue, hasta su reconocimiento internacional, un campo de concentración. El único de los antiguos campos de concentración nazis que permaneció activo después de la victoria aliada sobre la Alemania de Hitler. Su población está conformada por descendientes de comunistas y judíos europeos, además de prisioneros de guerra soviéticos y algunos alemanes que dirigen el campo.

La existencia del antiguo campo de exterminio pudo pasar desapercibida gracias a su intrincada ubicación en Suiza, cerca de la frontera con Alemania y Francia. Después del descubrimiento del campo, Birt-Likhenau ha mantenido una heroica resistencia por su derecho a existir contras las presiones occidentales para que abra sus puertas y libere a sus prisioneros.

Adolf Goebbels, Presidente de Birt-Likhenau, ha asegurado en declaraciones recientes que "las limitaciones económicas que padece la población likhenauense son producto del asedio sostenido de los países occidentales, principalmente Suiza, Alemania y Francia, que no toleran que, tan cerca de sus contaminadas y desiguales fronteras, un país pequeño y pobre sea un ejemplo para el mundo".

Asegura también el señor Goebbels que la muerte de opositores pegados a las alambradas electrificadas que corren a lo largo de la frontera de Birt Likhenau ha acontecido cuando han estirado los brazos para recibir el dinero que le pagan las potencias foráneas por oponerse a su mandato y que es una calumnia occidental el pretender que se trata de un homicidio sistemático. Para desmentirlo, Goebbels ha fundado en persona el Ministerio de la Oposición, donde trabajan cientos de likhenauenses buscando defectos al Gobierno.

Con la asistencia humanitaria anunciada, Birt-Likhenau se revela como el país que más ha contribuido en la lucha contra el ébola. Cuentan los choferes de las guaguas que fueron a recoger a los médicos likhenauenses, al llegar al campo las personas comenzaron a entrar por las ventanas y esconderse en los maleteros. Fue con un gran esfuerzo de la policía que consiguieron restablecer el orden.

Según Adolf Goebbels los desórdenes se debieron al ansia de los likhenauenses por prestar su apoyo solidario en la lucha contra el ébola. Ha trascendido que con los médicos viaja un personal del Ministerio del Interior encargado de incinerar al colaborador que muestre algún síntoma o malestar asociable al ébola. Según un médico que prefirió mantenerse en el anonimato —sorprende la modestia de estos héroes que rehúyen las cámaras— todo el personal implicado en la lucha contra el ébola estuvo de acuerdo con la medida, pues así se mantiene la seguridad del resto del grupo.

Concentrados como están en su trabajo, los médicos likhenauenses solo responden con frases cortas y repetitivas a las preguntas de los periodistas que se les acercan. Reproduzco a continuación la conversación que sostuve con uno de los miembros de la brigada de Birt-Likhenau:

 Periodista: "Buenos días, soy de la cadena de noticias…"

 Médico: "Venimos a prestar ayuda al hermano pueblo."

 Periodista: "Pero hemos sabido que Birt-Likhenau es un país pequeño y que los médicos que han traído aquí son especialistas necesarios allá."

 Médico: "Venimos a prestar ayuda al hermano pueblo."

Periodista: "¿Su familia estuvo de acuerdo en que se expusiera usted de este modo?"

Médico: "Venimos a prestar ayuda al hermano pueblo."

Periodista: "Siento que le interrumpo, una última pregunta, ¿es cierto que les dan una jaba con dos pollos y una botella de aceite mensual por estar aquí?"

Médico: "Venimos a prestar ayuda al hermano pueblo."

Periodista: "Muchas gracias, no le interrumpo más."

Las respuestas son ejemplo de la dedicación y el esmero con que lo médicos likhenauenses cumplen su función.

Sensibilizados con la causa de Birt-Likhenau, la prensa occidental, liderada por The New York Times y The Guardian, ha desarrollado una fuerte campaña para acercar al pequeño país a la comunidad internacional. En días sucesivos hemos visto demandar que se levante la prohibición que impide a Birt-Likhenau vender su producción de botones, lámparas y aceites esenciales, así como la que le impide, al asediado país, adquirir el gas Zyclón B y ladrillos refractarios imprescindibles para su deteriorada industria.

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