James Ensor: Cristo  entrando en Bruselas
Finalmente  hemos celebrado la libertad de Antonio Rodiles, fue el lunes 26 de  noviembre de 2012, diecinueve días después de su arresto brutal  frente a la Sección Veintiuno de la Depauperada Salubridad del  Estado, conocida también como DSE. Pedazo, trozo, cacho, toda  sección remite a falta de integridad, coraje, plenitud. Puede  referir también algo en construcción, aspiración de incrementar su  dignidad, llegar a ser. Nada de eso existe en este caso, los llamados  Órganos de la Seguridad del Estado de Cuba cocinan las acciones a la  sombra: donde un ciudadano habla, ellos cuchichean, donde una mujer  íntegra se erige en tribuno frontal, ellos buscan el costado, la  mentira.
Antonio  Rodiles fue golpeado, más aún, insultado, vejado; una de sus manos  fue machacada por una mujer con el tacón de su zapato aprovechando  que Antonio las tenía apoyadas sobre el carro policial al que se  negaba a entrar. Antonio vio a la mujer y cuenta que ella reía. Esa  risa la hemos visto ya, en los videos de acoso y golpeaduras a las  Damas de Blanco, en una situación similar contra Reinaldo Escobar,  en las imágenes de las marchas frente a la Embajada del Perú, en  los conductores del barco responsable del hundimiento del  transbordador Trece de Marzo que en agosto de 1994 llenó de muerte  el horizonte habanero, en los testimonios de las víctimas de tantas  décadas de incitación a la barbarie desde la tribuna esclerosada.  Es una risa infrahumana; quienes la profieren, hombres o mujeres,  parecen haber curtido el rostro durante décadas para llegar a esa  mueca sórdida. Pero estuvo también antes, mucho antes, quizás ha  estado siempre. El pintor James Ensor la reprodujo en 1888: es el  público que recibe a Jesús en su cuadro Cristo entrando  en Bruselas. 
Han  sido días duros para todos, días de incertidumbre. Su arresto  ocurrió horas después de la victoria electoral de Barack Obama.  Antonio estaba enfrascado en la recogida de bienes de consumo para  enviar al oriente del país, donde los destrozos del huracán Sandy  parecen insalvables mientras el dengue y el cólera siguen haciendo  estragos. Es también Antonio el Coordinador Nacional de la campaña  Por otra Cuba, que ha sido articulada a nivel  nacional con algunas de las figuras más interesantes de la sociedad  civil, consiguiendo que los ciudadanos cubanos se familiaricen con el  Pacto de los Derechos Políticos y Civiles y el  Pacto de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales  de las Naciones Unidas, que fueron firmados por el gobierno cubano en  febrero del año 2008, pero que requieren ser ratificados para que  nuestro sombrío sistema legal tenga que reformarse a su tenor. Se  suma a todo ello Estado de Sats, su proyecto  originario, las entrevistas, la organización de encuentros, los  programas de cine, las publicaciones periódicas. 
Sus  días de prisión, sin embargo, nos acercaron más a Antonio Rodiles,  sus amigos hemos podido estar más cerca de su papá y su mamá de lo  que habíamos estado antes. Hemos comprendido el origen de su osadía.  Su mamá no paraba de trabajar y atendernos, sugerir ideas,  participar de nuestras actividades, salir en nuestras fotos, rubricar  nuestros documentos. Es un placer su presencia en esas imágenes y  que su firma participe con la nuestra. Un gran placer. 
También  compartimos con su papá. Todos hemos admirado esa disposición del  padre de Antonio a servirle de compañía en sus andanzas. Quedándose  siempre dentro del carro destartalado mientras Antonio sube a  nuestras casas. ¡Qué humildad en alguien con su historia! Me  emociona pensar que algún día puedan mis hijos estar en peligro y  sea yo el que no me despegue de ellos con tal de exponer mi cuerpo  anciano a las embestidas de las bestias. Los padres son una fuerza  sobrenatural y en el caso de Antonio Rodiles esa potencia está por  entero a su servicio. 
Otra  persona se destacó en especial en estos días de zozobra en que tan  al tanto estuvimos todos: Claudio Fuentes Madan. Claudio fue apresado  al día siguiente de la detención de Antonio mientras demandaba su  libertad frente a la estación de policía que está en la Avenida  Acosta, en el municipio Diez de Octubre. Estaban con él Ángel  Santiesteban y Yoani Sánchez, entre otros. No fue hasta dos días  después, el domingo 11 de noviembre, que Claudio salió libre. Desde  ese momento acompañó a los padres de Antonio hasta conseguir que  ellos sumaran, a la zozobra por ver llegar al hijo de la prisión, la  inquietud por ver llegar a Claudio cada noche. 
Hay  ocasiones en que ni siquiera son necesarias pocas palabras para  entender. Nada dijeron de la detención de Antonio los periodistas de  los medios de difusión oficiales, esos difusores del miedo; tampoco  habló el Minint ni el Comisionado Nacional de Béisbol, ni el  general que levantó la mano en 1989 aprobando la muerte de su  compañero de tantos años, para regresar a su casa y conservar el  juego de muebles, la esposa joven y la poca vida que queda después  de la traición.
En  todo sistema social crecemos parejos los que amamos la libertad y los  que la desprecian y se avergüenzan frente a ella, retorcimientos  estos últimos para los que el castrismo es levadura generosa. Frente  a Antonio Rodiles, y los bravos que le acompañaban el pasado día 7  de noviembre de 2012, estos esbirros pudieron percibirse por un  instante de lucidez en toda la degradación que les conforma; ni el  uniforme verde olivo, ni las estrellas del hombro, ni la miserable  cohorte de oportunistas viciados, impiden en el enfermo de mal el  impacto de tal instante. Doloroso debió haber sido, tan doloroso que  al encimarse a Antonio no pudieron evitar, ni el frenesí canallesco,  ni la risa histérica de las hienas.
Boris  González Arenas
1  de diciembre 2012









