lunes, 31 de agosto de 2015

                        Se aplaza presentación de la biografía de Fidel Castro escrita por El Sexto
 
Al no cumplir su promesa de liberación del grafitero Danilo Maldonado, El Sexto, la presentación de su libro Todo el tiempo de los cerdos queda aplazada hasta nuevo aviso. La editora Abril, del Instituto Cubano del Libro se disculpa por las molestias que haya ocasionado el incidente y se compromete a ver esto "al más alto nivel, pues un compromiso de libertad no es algo que se viola impunemente", declaró con valentía un directivo de la editorial que prefirió mantener el anonimato.
Todo el tiempo de los cerdos es una versión paródica de su similar Todo el tiempo de los cedros, biografía de Fidel Castro presentada igualmente por la editorial años atrás.

lunes, 18 de mayo de 2015

   La sociedad civil estatal, de Crematorio a Panamá


                                   
Hace pocos días vi la película Crematorio, en fin… el mal, de Juan Carlos Cremata. De alrededor de treinta y dos minutos y guion del mismo J. C. Cremata y Carlos Lechuga, pone en escena el velorio de un miliciano, viejo e intransigente, que repudió en vida las elecciones vitales de los miembros de su familia.
Coincidente con mi tardía asistencia a la película de Cremata –fue realizada en 2013-, el estado cubano organizó el Foro de la Sociedad Civil Cubana, que sesionó el pasado 17 de marzo en la Casa de las Américas y la Casa del ALBA cultural. El Foro y la publicidad que recibió de nuestros medios de difusión, encaminados a mostrar a la sociedad civil como un haz de asociaciones “revolucionarias” o “nuestras", buscan conformar una nutrida “tropa de choque” que asista a la Cumbre de las Américas, de la Ciudad de Panamá en la que estarán presentes organizaciones de la sociedad civil no oficial de la isla.          
Al leer algunas de las organizaciones devenidas de la noche a la mañana miembros de la sociedad civil cubana, no pude dejar de pensar en la película de Juan Carlos Cremata y la delirante cohorte que acompaña el velorio del intransigente miliciano. Asisten a la ceremonia mortuoria sus compañeros de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC), reporteros de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), la de vigilancia del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), el albañil, la emigrada, la doctora, los travestis y el babalawo con sus acompañantes. Todos ansiosos por obtener algo de las miserables sobras vitales del difunto.

martes, 21 de abril de 2015

El grupo y la muerte

                                      Yo lo vi / Francisco de Goya,              
                                      Tomado de:https://www.museodelprado.es/typo3temp/pics/2fee04e03d.jpg 
                                                         
No está bien, no está bien gritar hasta anular la voz del que numéricamente es inferior. Azuzar seres humanos hasta hacerles perder la razón. Instar al débil a encontrar fuerza en el grupo. Difuminar del individuo la compasión, la solidaridad y la paz.
Los gritos de la delegación cubana impidiendo la realización de las actividades organizadas a tenor del Foro de la sociedad civil de las Américas avergüenzan a la sensatez y la razón. Orgullo deben sentir los cubanos que no fueron convocados a participar de la delegación de la sociedad civil estatal. Toda vez que un aficionado del castrismo es ignorado, un cobarde no es llamado, un colaborador falta a su cita, se salva un poco. Aumenta la absorción de los minerales en su proceso de digestión, las líneas de la cobertura moral en su móvil, la nitidez de sus rasgos en las fotos de familia.
Al ver el guion de la sociedad civil estatal, algunos especulamos sobre cuál 
sería la suerte de la anunciada visita de Raúl Modesto, el dictador cubano
Cuesta recuperarse de la sorpresa. Paramilitares cubanos apostados en torno de la delegación cubana en el Hotel El Panamá, donde en la mañana del viernes nueve de abril acosaron como fieras a miembros de otra parte de la sociedad civil cubana y cuanto asistente al foro pedía respeto. Eusebio Leal declarando días antes que nunca dará el primer golpe físico ni verbal, Abel Prieto instando a demostrar que Cuba no está controlada por el gobierno y los gritos, los golpes, el escarnio, el repudio, el paredón.

jueves, 2 de abril de 2015

Diálogo o monólogo

Diálogo o monólogo es un escrito del historiador cubano Newton Briones Montoto y fue publicado en la revista Espacio laical (No 3/2014). Lo recomiendo especialmente, porque en mi opinión Ramón Grau San Martín fue, junto con Tomás Estrada Palma, la figura más honorable al frente del estado cubano hasta el presente. Sé que desconozco a Mario García Menocal y Manuel Urrutia, pero llamarlos a ellos los más honorables no significa que otros presidentes no lo hayan sido. 
Alfredo Zayas, Gerardo Machado, Fulgencio Batista y Fidel Castro sin dudas no lo fueron. Tampoco lo es Raúl Castro, cualesquiera que hayan sido las causas que originaron sus vicios.
Pero repito, es mi opinión. Mi acercamiento a Ramón Grau San Martín es discreto, pues en Cuba hay muy poco bibliografia sobre este hombre extraordinario. 
En este artículo Newton Briones Montoto habla con conocimiento, pero además con una lucidez y valentía que no es este el lugar para detallarlos, ya me he extendido demasiado y el mérito de este escrito es del magnífico historiador cubano. 



El artículo publicado en la revista Espacio Laical Justicia al profeta, sobre Ramón Grau San Martín, generó comentarios y preguntas. Unos para ensalzar el artículo y otros para criticar aspectos acerca de la actuación del presidente. En general, muchos lectores se asombraron por el desconocimiento que tenían sobre este hombre. No sabían que había estado preso por oponerse al gobierno de Gerardo Machado y menos que había adquirido tuberculosis en la prisión de Isla de Pinos. Tampoco conocían de su actividad como profesor universitario, de su brillante carrera como médico y sus títulos científicos relevantes. Sin embargo, con los pocos elementos en su haber tenían formado un juicio sobre su trayectoria política más cercano a lo malo que a lo bueno debido a teorías construidas con intenciones políticas que intentan explicarlo todo, casi siempre, después de ocurridos los hechos. Pero los pocos elementos aportados en el artículo los hizo dudar sobre sus criterios anteriores. Los lectores diferían de la actuación de Grau y de algunas decisiones tomadas durante las dos ocasiones en que se desempeñó como presidente de la República. Uno de los aspectos polémicos, sobre el que muchos lectores insistían, era haberle perdonado la vida a Batista. Otro era no haber actuado enérgicamente contra el bonche en su segundo mandato. Hay algunos comentarios sueltos que no resultan importantes para fijar la atención en ellos.
Repasemos el primer asunto, haberle perdonado la vida a Batista. El 3 de noviembre de 1933 se llevó a cabo una reunión en casa del periodista y ex pentarca Sergio Carbó. Los antecedentes de ese hecho tuvieron antes un itinerario. El 2 de noviembre de 1933 Sergio Carbó y Batista habían hablado con Carlos Prío en la casa del primero, dada la condición de este de presidente de la Agrupación Revolucionaria de Cuba. Cuando ambos le plantearon que Grau debía renunciar, Prío les contestó:
-Es indispensable convocar a una reunión en la que él esté presente.
                     El autoritarismo es una forma de gobernar que se apoya                                                               exclusivamente en la fuerza de la autoridad
Al conocer esto por el propio Prío, el Presidente, muy encolerizado, manifestó su decisión de dimitir, pero los miembros del Directorio Estudiantil Universitario le pidieron que asistiera al día siguiente a una reunión con los integrantes de la Agrupación Revolucionaria de Cuba, Carbó y el coronel Batista. Grau pensaba que era una falta de respeto de Batista solicitar su renuncia como Presidente.
-El antiguo sargento está tan envalentonado -se dijo- que se ha atrevido a hablar con Prío. Pues tendrá que vérselas conmigo.

martes, 31 de marzo de 2015

La jaba, el pomo y el pozuelo

http://www.14ymedio.com/nacional/jaba-pomo-pozuelo_0_1726027381.html

Los primeros pomos plásticos de litro y medio que conocí eran de Pepsi Cola. No recuerdo cómo llegaron esos pomos a mi casa, pero debe haber sido a mediados de los noventa, cuando mi abuelo comenzó a trabajar en el turismo para una empresa que traía viajeros canadienses a Cuba.
Eran pomos plásticos de dos piezas, el pomo y la base. El pomo era transparente como los de hoy, pero con una base pegada que, al menos en aquellos pomos de refresco, era negra. Fueron un bien que conservamos con esmero, pues hacerse con un pomo de refresco era difícil aunque estuviera vacío. También por eso puedo narrar con detalle su decadencia.
La base de aquellos pomos era lo primero que comenzaba a deteriorarse. El deterioro del pomo no era tan lamentable como perder la base negra. La razón es que en aquellos pomos, a diferencia de los actuales, en los que base y pomo son una misma cosa, el fondo era redondo y una vez que perdían la base no podían pararse. Cuando los pomos se hicieron más cotidianos, era normal ver refrigeradores con varios de estos pomos siempre acostados.
En una ocasión vi un pomo al que el ingenio le había resuelto el problema del apoyo. Alguien aprovechó la base malograda y le sustrajo el centro, luego lo invirtió y lo pegó con esparadrapos al fondo. El resultado era que el pomo quedaba con una pequeña superficie plana, aproximadamente del ancho de una peseta, que le permitía mantenerse parado. Es difícil ilustrar con palabras todo esto. Una foto sería mucho más elocuente, pero sucede que estos pomos de refresco de dos piezas desaparecieron hace mucho, dejando lugar al más ingenioso pomo de una sola pieza.
Creo además que nunca se hicieron en Cuba pomos de dos piezas. Cuando la tecnología del pomo plástico de refresco llegó aquí, ya estaba regularizado el de una pieza.
Antes del pomo plástico de refresco, en Cuba solo eran conocidas las botellas y las latas. Las latas las conocimos, como mismo nos pasó con los pomos, con las bebidas extranjeras.

                Las latas vacías eran objetos de colección

Recuerdo que las primeras latas que conocí las llevaba a la escuela Persi Alvarado Sariol, mi gran amigo de la primaria, pues su papá, que luego resultó ser el agente fraile, un espía cubano de origen guatemalteco, se las traía del extranjero o quizás se las compraba aquí mismo en las tiendas de diplomáticos.

martes, 27 de enero de 2015

Demos cauce a la solidaridad

Artículo publicado en Diario de Cuba el 7 de diciembre de 2014

En la reunión donde se le informó a Boris González de su expulsión de la Escuela de Cine (EICTV), el pasado 5 de enero, este fue el artículo al que aludió Jerónimo Labrada, director de esa institución, como causa de su expulsión. Segun Jerónimo, la agresividad de los ataque de Boris a la misión humanitaria cubana eran inadmisibles. Tres días atrás, el 2 de enero, Boris había sido puesto en libertad después de cuatro días de secuestro por entidades paramilitares cubanas. 
No hubo palabras de apoyo -de ningún tipo- respecto a esa detención arbitraria por parte de sus compañeros de trabajo, solo esta reacción cobarde que va en contra de la Constitución cubana y de la Carta de Derechos Humanos en lo que respecta al trabajo.


Donde Birt-Likhenau, un viejo campo de concentración convertido en nación, se pone a la cabeza internacional de la lucha contra el ébola.

La noticia de que nuevamente es un país pobre el que se pone a la cabeza de la lucha internacional contra la epidemia de ébola en África ha conmovido al mundo. Primero Cuba, con su extraordinaria colaboración, nos sorprendió a todos enviando un contingente médico que, como dijera en un editorial del pasado 3 de diciembre The Guardian, se anticipó al llamado de ayuda que realizó la Organización Mundial de la Salud.

Ahora es Birt-Likhenau, nación aceptada como tal en años recientes por las Naciones Unidas, la que anuncia el envío de un contingente de quinientos médicos —doscientos más que Cuba— a los países africanos afectados por la epidemia.

Birt-Likhenau fue, hasta su reconocimiento internacional, un campo de concentración. El único de los antiguos campos de concentración nazis que permaneció activo después de la victoria aliada sobre la Alemania de Hitler. Su población está conformada por descendientes de comunistas y judíos europeos, además de prisioneros de guerra soviéticos y algunos alemanes que dirigen el campo.

La existencia del antiguo campo de exterminio pudo pasar desapercibida gracias a su intrincada ubicación en Suiza, cerca de la frontera con Alemania y Francia. Después del descubrimiento del campo, Birt-Likhenau ha mantenido una heroica resistencia por su derecho a existir contras las presiones occidentales para que abra sus puertas y libere a sus prisioneros.

Adolf Goebbels, Presidente de Birt-Likhenau, ha asegurado en declaraciones recientes que "las limitaciones económicas que padece la población likhenauense son producto del asedio sostenido de los países occidentales, principalmente Suiza, Alemania y Francia, que no toleran que, tan cerca de sus contaminadas y desiguales fronteras, un país pequeño y pobre sea un ejemplo para el mundo".

Asegura también el señor Goebbels que la muerte de opositores pegados a las alambradas electrificadas que corren a lo largo de la frontera de Birt Likhenau ha acontecido cuando han estirado los brazos para recibir el dinero que le pagan las potencias foráneas por oponerse a su mandato y que es una calumnia occidental el pretender que se trata de un homicidio sistemático. Para desmentirlo, Goebbels ha fundado en persona el Ministerio de la Oposición, donde trabajan cientos de likhenauenses buscando defectos al Gobierno.

Con la asistencia humanitaria anunciada, Birt-Likhenau se revela como el país que más ha contribuido en la lucha contra el ébola. Cuentan los choferes de las guaguas que fueron a recoger a los médicos likhenauenses, al llegar al campo las personas comenzaron a entrar por las ventanas y esconderse en los maleteros. Fue con un gran esfuerzo de la policía que consiguieron restablecer el orden.

Según Adolf Goebbels los desórdenes se debieron al ansia de los likhenauenses por prestar su apoyo solidario en la lucha contra el ébola. Ha trascendido que con los médicos viaja un personal del Ministerio del Interior encargado de incinerar al colaborador que muestre algún síntoma o malestar asociable al ébola. Según un médico que prefirió mantenerse en el anonimato —sorprende la modestia de estos héroes que rehúyen las cámaras— todo el personal implicado en la lucha contra el ébola estuvo de acuerdo con la medida, pues así se mantiene la seguridad del resto del grupo.

Concentrados como están en su trabajo, los médicos likhenauenses solo responden con frases cortas y repetitivas a las preguntas de los periodistas que se les acercan. Reproduzco a continuación la conversación que sostuve con uno de los miembros de la brigada de Birt-Likhenau:

 Periodista: "Buenos días, soy de la cadena de noticias…"

 Médico: "Venimos a prestar ayuda al hermano pueblo."

 Periodista: "Pero hemos sabido que Birt-Likhenau es un país pequeño y que los médicos que han traído aquí son especialistas necesarios allá."

 Médico: "Venimos a prestar ayuda al hermano pueblo."

Periodista: "¿Su familia estuvo de acuerdo en que se expusiera usted de este modo?"

Médico: "Venimos a prestar ayuda al hermano pueblo."

Periodista: "Siento que le interrumpo, una última pregunta, ¿es cierto que les dan una jaba con dos pollos y una botella de aceite mensual por estar aquí?"

Médico: "Venimos a prestar ayuda al hermano pueblo."

Periodista: "Muchas gracias, no le interrumpo más."

Las respuestas son ejemplo de la dedicación y el esmero con que lo médicos likhenauenses cumplen su función.

Sensibilizados con la causa de Birt-Likhenau, la prensa occidental, liderada por The New York Times y The Guardian, ha desarrollado una fuerte campaña para acercar al pequeño país a la comunidad internacional. En días sucesivos hemos visto demandar que se levante la prohibición que impide a Birt-Likhenau vender su producción de botones, lámparas y aceites esenciales, así como la que le impide, al asediado país, adquirir el gas Zyclón B y ladrillos refractarios imprescindibles para su deteriorada industria.

martes, 20 de enero de 2015

El susurro de Stalin

                                                          


#YoTambienExijo


Amenazas, racismo, violación de derechos fundamentales: un relato de mi detención a manos de la Seguridad del Estado.

Desde que estábamos en el calabozo al que habíamos llegado el pasado martes 30 de diciembre de 2014, donde coincidimos varios periodistas, sabíamos que nombrar el primer artículo que haríamos sobre nuestro secuestro sería difícil. Habíamos llegado a "el Vivac", que es como nos decían algunos de los detenidos que se llamaba la unidad policial, después de presentarnos en la Plaza de la Revolución para participar en la performance El susurro de Tatlin, ingeniado por la artista cubana Tania Bruguera. Pero ella no llegó nunca y allí supimos que estaba incomunicada desde la madrugada anterior.
La convocatoria era para las tres de la tarde. Sobre las cuatro nos íbamos un pequeño grupo compuesto por Luis Trápaga, Ernesto Santana, Waldo Fernández, Pablo Pascual, Yania Suárez y yo. Todos fuimos detenidos allí y a los hombres nos trasladaron al Vivac en una pequeña camioneta cerrada.
Podría describir con el título la naturaleza de un distanciamiento inesperado de nuestras familias que nos haría pasar lejos las fiestas del año nuevo. Para Pablo Pascual, Don Sayú, Pavel Herrera y Ernesto Santana, la distancia tenía además el agravamiento del hambre. El Vivac fue la cárcel que se dispuso para nuestro encierro y ellos se abstuvieron de alimentarse allí.
Pero también podría referirme al acercamiento que se constató en tan poco tiempo entre personas desconocidas, con oficios y orígenes sociales tan distintos. Verifiqué en estos días que la oposición cubana sufre más mientras más humilde es el opositor, más oscuro es su color de piel y más lejos vive de la Habana.
Duviel Blanco, que maneja un bicitaxi en La Habana Vieja, fue amenazado por el oficial de la Seguridad del Estado que nos recibió en el Vivac. Para hacerle entender el peligro que corría de perder su trabajo si continuaba militando en la oposición política, el oficial le dijo que debía definirse entre el modo cómo se busca la vida y su militancia humana, pues la conservación de uno implicaría la pérdida del otro.
Miguel Campanioni vende granizado y ya le confiscaron en una ocasión el carro que usa en su trabajo, también en una ocasión la Seguridad del Estado le robó sus zapatos y su teléfono móvil.
Don Sayú, miembro de la Unión Patriótica Cubana (UNPACU), que vive en Santiago de Cuba, nos contaba los métodos que usa allí la policía política para reducir las manifestaciones de la oposición. Nos contaba cómo desnudan a los opositores y los dejan a kilómetros de su casa descalzos, y cómo las golpizas son mucho más cotidianas, pero también nos contaba el respeto que merece la UNPACU en Santiago de Cuba y no se podía, al escucharlo hablar y sentir su extraordinaria ansiedad de justicia, dejar de evocar la figura misteriosa de los héroes santiagueros, desde Antonio Maceo, Flor Crombet o Donato Mármol, hasta José Daniel Ferrer, jefe nacional de la UNPACU.
También estaban con nosotros en el penal Andrés Pérez, presidente de la Comisión de Atención a los Presos Políticos y sus Familiares (CAPPF) y los miembros de esta comisión Carlos Manuel Hernández (Atos), Delio Francisco Rodríguez y Ariobel Castillo.
Fue Ariobel Castillo quien escuchó al oficial de guardia que entró el día 2 de enero, poco antes de la salida del último grupo, decirle al Jefe de la Unidad que "el negro" —refiriéndose a DonSayut, al que había ayudado a sacar por la fuerza para conducirlo a una guagua y deportarlo a Santiago de Cuba— le había dejado su peste encima. La actitud de los oficiales de guardia varió ostensiblemente durante aquellos cuatro días, pero aquel oficial  añadió que para terminar nuestras manifestaciones en el penal lo que había que hacer era fusilar a uno de nosotros.  
El Jefe  de la Unidad —en estos días de tantas mentiras debo aclarar: el que se presentó siempre como el Jefe de la Unidad—, con dos estrellas blancas en el cuello de su camisa de policía, lo escuchó y se retiró sin llamarle la atención por aquella estúpida manifestación de racismo y odio.
Pero el título del artículo podría estar marcado también por los momentos de comunión. Aquellos en los que todos coincidíamos encantados y se olvidaban las incomodidades, espirituales y físicas.
Una de ellas fue la llegada el segundo día del encierro, el día 31, de Claudio Fuentes, que apenas siete días antes había llegado de Nueva York, donde estuvo seis meses. Tan solo esta condición manifiesta un contraste gracioso. Pero Claudio se pasó toda esa noche conversando, hablando de Nueva York frente a un público que le prestó gustoso el protagonismo, lo que para él tiene un placer añadido y estimulante.
La llegada de alguien nuevo al calabozo —el segundo día llegó, junto a Claudio y Campanioni, Miguel Borroto— daba aire al grupo, del mismo modo que la salida dejaba sensación de vacío y zozobra. Esa es la razón de que la policía política instrumente las salidas escalonadas, pues la expectativa de la libertad funciona sobre mecanismos que están más allá de la razón y siempre producen inquietud.
Pero hablando de la comunión del grupo hubo un evento que no olvidará ninguno de los que estaba allí. Ni siquiera los presos comunes que estaban separados de nosotros y nos escuchaban. Quizás tampoco El Sexto y Sonia —una miembro de la UNPACU en huelga de hambre desde días atrás y cuyo apellido no conozco— que estaban allí en calabozos de presos comunes, la estrategia con que el régimen encubre el móvil político de no pocas detenciones.
El 31 de diciembre, a las 12 de la noche, cantamos el Himno Nacional y gritamos, tanto como nos lo permitieron nuestras gargantas, pues ya habían gritado bastante durante el día "Abajo los Castro", "Viva Cuba Libre", "Abajo la miseria", "Abajo los secuestradores de la Seguridad del Estado". Después de aquella catarsis encantadora, olvidaban el hambre los que no habían comido, olvidábamos que estábamos sucios y que no teníamos pasta de dientes, olvidábamos las incomodidades del confinamiento y parecíamos individuos libres que borrábamos de un grito 60 años de tiranía.
Hubo a lo largo de estos cuatro días una acción de refinada perfidia, lo que le da a una detención el carácter de secuestro y convierte en paramilitares a las tropas que lo ejecutan. Todo detenido tiene en Cuba el derecho de hacer una llamada telefónica en cuanto llega a la estación de policía. La llamada es el procedimiento más elemental para enterar a la familia. La reclusión, legal o no, es pena suficiente y no es necesario ofender al recluso negándole el más elemental de los procederes. La negación de la comunicación con la familia, unida a la ausencia de toda información sobre nosotros, acentúa el crimen que rodeó nuestro confinamiento.
Mientras estaba en aquella celda, yo era consciente de mi estado, de la angustia que sentía, y aunque sin noción de qué pasaría con nosotros, era consciente de lo que estaba pasando: mi familia no. El testimonio de su tristeza, su conmoción, su movilización indignada a favor de mi libertad, solo me ha permitido saber que, a la par de mí, mis familiares más allegados sufrían, e incluso que por momentos sufrían más ellos que yo. Y eso por la imposibilidad que tuve de calmarlos con mi voz.
Incluso pedí a los numerosos oficiales que instrumentaron nuestro secuestro que llamaran ellos y en algunos momentos aspiré a que ya lo hubieran hecho. Vana ilusión.
A los agentes de la Seguridad del Estado les comuniqué que jamás, como miembro de la oposición cubana, consentiría que cayeran en un espacio sin ley, y que aún menos aprobaría que se sumaran agravios dirigidos contra la familia y los amigos durante el cumplimiento de las penas que pudieran caberles por sus delitos presentes.
Pero para nombrar este artículo sería insuficiente referirme tan solo a nuestra experiencia y no aludir a la obra de arte que nos convocó y su suerte a manos de Tania Bruguera.
Tania no se limitó a desatar nuestra pasión para desentenderse luego de sus consecuencias. Algo que podría haber hecho aludiendo a que ella era solo la artista y que había llevado hasta bien lejos su obra, pues fue detenida desde mucho antes de las tres de la tarde del 30 de diciembre, cuando había dispuesto la realización de su performance.
Ya libre y conociendo la condición en que estábamos, se personó en el Vivac junto a Antonio Rodiles y otros activistas democráticos. La acción les costó un nuevo aprisionamiento —Antonio Rodiles también había sido detenido y excarcelado algún tiempo después— y, una vez en prisión, la artista demandó que no la liberaran hasta que estuviéramos en libertad todos los detenidos. Cosa que, al parecer, se cumplió como ella quiso.
Con semejante actitud Tania Bruguera comenzó una obra y concluyó otra, un tipo de arte que es lanzado al espacio y que toma su forma de manera independiente sin que la artista deje de ser protagonista del resultado.
Ella demostró que es posible ser artista y mantener la coherencia cívica que muchos pretenden diluir en las exigencias del oficio. Se sumó con su acción a las mujeres que nos dan el pie para enorgullecernos de nuestra militancia, tales son Sonia Garro, Yoani Sánchez, Berta Soler, Ofelia Acevedo y tantas otras.
Tania Bruguera pretendió invertir la lógica del régimen y, por primera vez durante el castrismo, hablar desde el pueblo reunido a la tribuna.
Si El susurro de Tatlin tuvo en esta versión un acabado tan diferente del esperado, el grosero procedimiento de los paramilitares cubanos fue el habitual. Su encubrimiento en seudónimos o la omisión de sus nombres en sus presentaciones y la búsqueda de la sombra como sitio dispuesto para sus operaciones, expone involuntariamente su falta de vergüenza.
El susurro de Tatlin recuerda a Vladimir Tatlin, el gran artista soviético que promovió un arte involucrado en la sociedad, y en ello veo también el homenaje formidable a una generación de soviéticos que creyó poder realizar el paraíso sin saber lo cerca que estaba el infierno. La actitud de las fuerzas paramilitares cubanas recuerda más bien a la traición inmoral que le propinaron al gran movimiento vivificador Vladímir Ilich Lenin y su genocida descendencia ideológica encabezada por Iósif Stalin.
Boris G. Arenas

Este artículo fue publicado en Diario de Cuba el 6 de enero de 2015

Fui preso y expulsado de mi trabajo por querer hablar

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